domingo, 14 de noviembre de 2010

Los conspiradores según Marx

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Les Conspirateurs, par A. Chenu. Karl Marx
Neue Rheinische Zeitung Politisch-ökonomische Revue No. 4, April, 1850. Traducción del inglés de: http://www.marxists.org/archive/marx/works/1850/03/chenu.htm

Diego Cano

La similitud extrema en la forma que toman los grupos que operan en la clandestinidad en la descripción de Marx merece ser estudiada en profundidad. Marx destaca ciertas formas de personalidad, de actitudes cotidianas y del origen social de los conspiradores de la revolución de 1848, que en el análisis, entrevistas, y documentos existentes, guardan una similitud sorprendente con los militantes revolucionarios vinculados a la lucha armada que operaron en la clandestinidad en la Argentina de los ´60 y ´70 (la referencia fue tomada de Ridenti, 139, 2007).
Acá la traducción de los párrafos más relevantes de un texto que merece ser leído con atención.
“Con el desarrollo de la conspiración de proletariado surgió la necesidad de una división del trabajo; los miembros fueron divididos en conspiradores ocasionales, conspirateurs d'occcasion, p. ej. los trabajadores que se contrataron en la conspiración junto a su otro empleo, simplemente asistiendo reuniones y sosteniéndose en la preparación de aparecer en el lugar de asamblea en el mando de los líderes, y los conspiradores profesionales que dedicaron su energía entera a la conspiración y tenían su vida de ello. Ellos formaron el estrato intermedio entre los trabajadores y los líderes, y con frecuencia aún se infiltraron en éste.
La situación social de esta clase determina su carácter entero desde principio mismo. La conspiración de proletariado naturalmente se los permite sólo por el medio limitado e incierto de su subsistencia. Por lo tanto constantemente les obligan a bajar a la conspiración. Un número de ellos también entran en el conflicto directo con la sociedad civil como tal, y aparecen antes los tribunales de policía con un grado mayor o menor de dignidad. Su sustento precario, dependiente en casos individuales más sobre la posibilidad que sobre su actividad, sus vidas irregulares cuyos puertos de escala sólo fijos son las tabernas del marchands de vin - los sitios de cita de los conspiradores - su conocido inevitable con toda clases de personas dudosas, los coloca en aquella categoría social que en París saben como la boheme. Estos bohemios democráticos de origen de proletario - allí son también los bohemios democráticos de origen burgués, holgazanes democráticos y piliers d'estaminet - son por lo tanto trabajadores que han dejado su trabajo y tienen como una consecuencia las características como si hubieran surgido del lumpenproletariado, y traen todos los hábitos disolutos de aquella clase con ellos en su nuevo modo de vivir. Uno puede entender como en estas circunstancias la justicia lo encuentra implicado en prácticamente cada prueba de conspiración. El modo de vivir entero de estos conspiradores profesionales tiene un carácter el más decididamente bohemio. Reclutando a sargentos para la conspiración, ellos van de marchand de vin a marchand de vin, sintiendo el pulso de los trabajadores, buscando a sus hombres, engatusándolos en la conspiración y poniendo tesoro de la sociedad o sus nuevos amigos al pie la cuenta para los litros inevitablemente consumidos en el proceso. De verdad esto es realmente el marchand de vin [vendedores de vino] que proporciona la base de sus cabezas. Es con él que el conspirador gasta la mayor parte de su tiempo; aquí él tiene su cita con sus colegas, con los miembros de su sección y con reclutas anticipados; aquí, finalmente, tiene las reuniones secretas de secciones (grupos) y líderes de sección ocurren. El conspirador, sumamente optimista en el carácter de todos modos, como todos los proletarios Parisinos, pronto se desarrolla en un absoluto bambocheur en esta atmósfera de taberna continua.
El conspirador siniestro, que en la sesión secreta expone una autodisciplina espartana, de repente se deshiela y es transformado en una taberna regular quien cada uno sabe y quien realmente entiende como disfrutar de su vino y mujeres. Esta convivencia es intensificada por los peligros constantes, el conspirador es expuesto; en cualquier momento pueden llamarle a las barricadas, donde él puede ser matado; en todo momento el juego de policía hace caer en la trampa para él que puede entregarlo a la prisión o aún a las cocinas de a bordo. Tales peligros constituyen la verdadera especie de su comercio; mayor la inseguridad, más del conspirador se apresura para agarrar los placeres del momento. Al mismo tiempo la familiaridad con el peligro lo hace completamente indiferente a la vida y la libertad.
Él está tan en casa en la prisión como en la tienda de vino. Él está listo para la llamada a la acción cualquier día. La imprudencia desesperada que es expuesta en cada insurrección en París es presentada con precisión por estos conspiradores veteranos profesionales, el hommes de golpes de principales. Ellos son estos que lanzan y mandan las primeras barricadas, que organizan la resistencia, conducen el saqueo de tiendas de armas y el asimiento de armas y las municiones de casas, y en medio del levantamiento realizan aquellas incursiones atrevidas que tan a menudo el tiro el partido de gobierno en la confusión. En una palabra, ellos son los oficiales de la insurrección.
Esto necesita ser añadido, estos conspiradores no se limitan a la organización general del proletariado revolucionario. Esto es con precisión su negocio para esperar el proceso de desarrollo revolucionario, traerlo artificialmente al punto de crisis, lanzar una revolución sobre la espuela del momento, sin las condiciones para una revolución. Para ellos la única condición para la revolución es la preparación adecuada de su conspiración. Ellos son los alquimistas de la revolución y son caracterizados por exactamente el mismo pensamiento caótico y obsesiones ignorantes como los alquimistas de viejos. Ellos saltan en las invenciones que, como se supone, trabajan en milagros revolucionarios: bombas incendiarias, los dispositivos destructivos de efecto mágico, rebeliones que esperan ser aún más milagrosos y asombrosos en efecto como su base son menos racionales.
La característica principal del modo de vivir de los conspiradores es su batalla con la policía, a quien ellos tienen con precisión la misma relación que ladrones y prostitutas. La policía tolera la conspiración, y no tal como un mal necesario: ellos los toleran como los centros que ellos pueden guardar en la observación fácil y donde los elementos revolucionarios más violentos en la sociedad se encuentran, como las forjas de rebelión, que en Francia se ha hecho un instrumento de gobierno bastante como es necesario como la policía ellos mismos, y finalmente como un lugar de reclutar para su propio mouchards [soplón] político.
Tal como los colectores-granuja más útiles, el Vidocqs y sus camaradas, son tomados de la clase de bribones mayores y menores, ladrones, escrocs y fraudulentas quiebras, y a menudo vuelven a su viejo comercio, y con la misma precisión los policías más humildes son reclutados entre los conspiradores profesionales. Los conspiradores son constantemente en su relación con la policía, ellos entran en el conflicto con ellos todo el tiempo; ellos cazan el mouchards, tal como el mouchards los caza. El espionaje es una de sus ocupaciones principales. En nada es asombroso, por lo tanto, que el paso sea corto de ser un conspirador a ser a un espía pagado de policía, con frecuencia es un hecho facilitado por la pobreza y la prisión, por amenazas y promesas.
De ahí la sospecha ilimitada dentro de la conspiración, que completamente ciega a sus miembros y los hace ver mouchards [soplones] en su gente mejor y su gente más de confianza en verdadero mouchards. Esto al que estos espías reclutados entre los conspiradores sobre todo permiten ellos mismo para hacerse complicados con la policía en la creencia honesta que ellos serán capaces de burlarlos, que ellos tiene éxito en el juego de un doble papel un ratito, hasta que ellos sucumban cada vez más a las consecuencias de su primer paso, y que la policía realmente a menudo es burlada por ellos, es evidente. Si, a propósito, tal conspirador sucumbe a las trampas de la policía depende completamente de la coincidencia de circunstancias y más bien sobre un cuantitativo que una diferencia cualitativa en la fuerza de carácter."

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