La confusión entre el momento estrictamente militar y el momento general de la política, tan usual hasta el craso sentido común predominante hoy en las Ciencias Sociales argentinas, le quita esencialidad propia al primero, con consecuencias directas sobre las acciones por encarar bajo esos parámetros. Un desarrollo positivo de este problema en base a las experiencias rusa, chinas, vietnamitas y alemanas ha sido desarrollado en el libro La Insurrección Armada[1]. Libro difícil de encontrar y sobre el cual hay una completa falta de discusión. Una nueva edición merecería una puesta en problema sobre las formas militares de la insurrección.
Quien sugirió la publicación de este libro a la Rosa Blindada fue Emilio Jauregui (la colección lleva su nombre). Su importante entrenamiento militar realizado en Cuba en 1967 le hacía considerar la centralidad de este problema.
Guillermo Lora lo cita en su libro Revolución y foquismo, critica marxista al ultra izquierdismo aventurero[2]. como “un acertado análisis”.
Ya en los años ´30 Benito Marianetti, había señalado que “…la situación política en la cual se presentará la toma del poder como una cuestión práctica (es decir, en caso de crecimiento rápido de las disposiciones revolucionarias entre los trabajadores, de grandes oscilaciones de la pequeña burguesía y de debilitación del aparato gubernamental burgués), permitirá al proletariado, con una buena dirección en el Partido, adquirir armas, comprándolas, desarmando a la ligas fascistas, apoderándose de ciertos depósitos, fabricándolas (primitiva al menos), y armar a la organización de combate de manera suficiente, por lo menos para garantizar, en el momento de la insurrección, el éxito de las tentativas para proporcionarse otras”[3].
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