Nunca mejor usada como hoy, la frase citada por Marx respecto de Hegel el cual era tratado “como un perro muerto”. La lectura, discusión, y desarrollo de las obras de Hegel son marginales en la discusión intelectual en general. El rescate y revaloración de la obra de György Lukács (en adelante: GL) aporta luz sobre este asunto. Su planteo se preocupa por encontrar respuestas en los desarrollos de Hegel. Su libro El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, hace eje en una lectura que intenta ser crítica de los avances que el filósofo alemán de principios del siglo diecinueve intenta sortear. En particular en este trabajo se focalizará sobre la lectura particular que hace Lukács de la Fenomenología del Espíritu, y a partir de ahí de su postura frente al desarrollo de Hegel en general. Se trabaja de manera exclusiva este texto sobre el Joven Hegel contraponiendo externamente la interpretación propia de lo que está presente en Hegel con lo que Lukács entendemos interpreta del mismo texto. GL es un autor muy prolífico que es conocida que ha revisado críticamente de manera profunda sus trabajos anteriores, por eso el énfasis solo se circunscriben a este texto.
Habitualmente, por un lado, se señala como crítica del planteo teórico de Lukács su idealismo, y por otro lado —en una versión más simple— se afirma que el solo hecho de hablar de Hegel, Lukács hace una apropiación “correcta” del despliegue de la dialéctica, se convierte en tipo particular de hegeliano.
Por el contrario, se entiende que esta lectura particular del filósofo alemán realizada por Lukács encierra, por su misma forma, el problema de la acción política como una abstracta acción producto de la conciencia individual —y de la voluntad que emana de ella—, quedando así prisionero de los propios argumentos que él afirma quererenfrentarse. Se intentara mostrar que este afirmarse individual como surgiendo de los distintos momentos que la conciencia va tomando en su propio desarrollo, no es más que una lectura unilateral de La Fenomenología del Espíritu que lejos esta de lo que la exposición misma de Hegel pretende poner de relieve. El afirmarse de su devenir particular de la conciencia individual , del conocimiento, de la ciencia, como algo separado del propio devenir de la sustancia, del espíritu mismo en su propio movimiento, es un afirmarse que al separarse así de ella, se lo puede denominar abstracto, por fuera de su ser. Esta conciencia —Hegel remarca permanentemente— es un momento necesario en su despliegue de la plena expresión de la interioridad del sujeto individual que debe esta interioridad a la sustancia misma que es el sujeto que pone en movimiento la cosa. Por tanto, esa sustancia, ese Espíritu, pone en movimiento, le da sentido a la conciencia individual. Ese reconocerse individual en su necesidad que no está en ella, no es un simple avanzar del conocimiento, es un avanzar que se reconoce expresión de las potencias del sujeto que él expresa. Ahí está el extrañamiento pleno en la conciencia sensible que se fija en la inmediatez y por tanto es solo el primer paso de ese recuperar lo extrañado, lo alienado del colocarse fuera, con la diferencia de ser uno, algo diferente, particular de ese sujeto que él expresa. Pero esa conciencia no se queda ahí. No tiene enfrente el próximo paso del desarrollo como afirmado simplemente exterior. Es su propia condición de expresión del Espíritu que encierra en sí mismo realizarse en la siguiente forma que tiene en potencia. No es algo y otro, como aparece en las formas en que Lukács parece entender la dialéctica, como “la conexión”[1] entre cosas separadas puestas en relación porque él las afirma[2]. Es raro encontrar en Hegel mismo una explicación afirmada de que es la dialéctica, porque el movimiento mismo de la sustancia como sujeto en la exposición de la misma en su interioridad que se despliega como ciencia, ese mismo proceso, es lo que se puede denominar como dialéctica en sí misma.
Esta necesidad de su propio avanzar que esta fuera del individuo —mal llamado sujeto—, suele tomarse como determinismo. Parece que no pudiera pensarse siquiera la posibilidad de que la necesidad de lo que uno es sea puesta por algo que no está en uno. No solo eso sino que la necesidad que se realiza en uno tendrían una no actividad en su reconocimiento. Cabría preguntarse qué es una no actividad, ya la existencia en sí encierra alguna forma de ella. Por tanto, esta incapacidad de apropiarse de la propia determinación—por llamarlo de alguna forma—, tiene que ver con la forma que toma la conciencia en este modo de producción en particular. No es en este terreno en el que se meterá esta crítica, simplemente porque, aunque sea el objetivo último de Lukács la cosificación de la conciencia en el modo de producción capitalista, la forma misma del conocer ya tiene metido adentro esta incapacidad como impotencia de ella, como forma misma de conciencia. El afirmar las cosas en su individualidad puesta en una relación constructiva por una conciencia, en contraposición a mostrar la necesidad que encierra una, y cada cosa, de realizarse en otro, es el eje del contenido, de lo significativo, reconocido, y expuesto de manera objetiva por Hegel de manera original. Es él quien señala esto de manera general, y es ahí donde Lukács va a buscarlo, pero parece no encontrarlo. Justamente Hegel muestra, en su ideal desarrollo del Espíritu, de la idea misma y por sí misma, la fuerza con que este Espíritu, esa sustancia como sujeto, se expresa en la experiencia de la conciencia individual, esa experiencia de la conciencia que La Fenomenología del Espíritu muestra en tanto detalle. Por eso la unilateralidad de Lukács, el tan acusado voluntarismo de su pensamiento, justamente solo se posa sobre el abstracto desarrollo de la conciencia que este libro de Hegel se ocupa. Pero con la dificultad que siendo para Lukács el desarrollo solo de a saltos, su exposición se convierte en lo contrario de lo que declama. Por su misma forma, su interpretación, se aferra a una forma de conocer que no penetra en la necesidad inmanente del ser, sino que se queda en unas formas abstractas aisladas puestas en relación (eso sí contradictoria) por Lukács mismo que se asemejan mucho a las “monadas” de Leibniz, o al atomismo, ya criticados largamente por el mismo Hegel, aunque no se quede en ese simple afirmar.
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[1] Conexión y relación son dos palabras que aparecen permanentemente en el texto de Lukács asociados a la palabra dialéctica.
[2] El “concepto” de praxis, usado en próximos trabajos por Lukács, encierra esta formalidad. Separa lo inseparable. El pensamiento que organiza la acción, y la acción misma que brota de ella. Los une en la exterioridad de la “teoría” por un lado, y la “práctica”. No como dos momentos de la práctica, uno el de la acción de organizar lo forma en que se efectiviza.
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