lunes, 31 de octubre de 2011

Marinos Gallegos en el Gulag


Nota del Suplemento Estela del diario Faro de Vigo
13 AÑOS “RETENIDOS” EN LOS CAMPOS SOVIÉTICOS ODISEA EN LA ESTEPA

http://medias.farodevigo.es/documentos/2011-11-30_DOC_2011-10-30_21_00_48_estela.pdf

viernes, 14 de octubre de 2011

Arico y el Che. Notas a un artículo de octubre 1987


Arico y el Che. Notas a un artículo de octubre 1987

Este 9 de octubre se cumplieron cuarenta y cuatro (44) años del asesinato de Ernesto Guevara en Bolivia. Todavía resta por decirse mucho respecto a su proyecto para la Argentina. José María Arico no fue ajeno a él sino parte relevante. Este artículo confirma el encuentro entre ambos y la participación activa del grupo Pasado y Presente en la guerrilla del EGP. Sin embargo, más allá inclusive de que se haya plasmado en diversos escritos la participación en el proyecto de Masetti del grupo, y de la ya famosa discusión de Del Barco sobre la responsabilidad frente a las muertes, poco se ha discutido sobre su real participación. La nota reproducida a continuación de octubre de 1987 de la contratapa de la Revista Ciudad Futura, trae una posición y confirma la existencia de esta reunión entre Ernesto Guevara y José Arico en julio de 1965 en Cuba. El contenido de esa charla quedara sin develarse, aunque algunas conclusiones pueden sacarse de este artículo veintidós años después. El eje que puede ponerse en debate de esta artículo es que Arico consideraba la “guerrilla rural podía ser una perspectiva de lucha válida” antes de esa reunión. Sus argumentos habrían tratado de convencerlo al Che de lo contrario. Cabe preguntarse si ese fue el efectivo eje de la charla de 1965 o solo una interpretación de la estrategia del Che. En este sentido parecería que la estrategia consistía más en ir creando, en forma progresiva, un núcleo armado para operar en las zonas rurales, que la estricta “guerrilla rural” mencionada por Arico, más parecida a la construcción de la idea de foco, divulgada de forma caricaturesca posteriormente. Este planteo que subestima la importancia estratégica de la guerrilla rural, planteada como una condición para la formación de un ejército revolucionario, es descartado de plano. Sin embargo, la aseveración de que “ni las lecciones a extraer de una guerrilla que desconocía hasta el extremo de lo farsesco la realidad de un país complejo”, y el no necesitar “de los hechos para validarse”, parece ser una crítica feroz, rápida, y no del todo justa para con, inclusive, su propia posición y apoyo al inicio de la lucha armada en Argentina. Sin dudas este texto es un ajuste de cuentas con una experiencia y un apoyo, el que Pasado y Presente y José Aricó mismo dieron al proyecto de lucha armada en Argentina. La importancia de este texto es, como se verá, en que funda toda una línea sobre como pensar y debatir a Ernesto Guevara y a la lucha armada en la Argentina. Sería hora de someterlo a discusión.

Bibliografía.
Burgos Raúl. Entre Gramsci y Guevara: Pasado y Presente y el origen de la concepción armada de la revolución en la ideología de la nueva izquierda Argentina de los años sesenta, pág. 19 a 27. En Política, violencia, memoria. Génesis y circulación de las ideas en la Argentina de los años sesenta y setenta. Hector Schmucler compilador. Ediciones Al Margen. 2009.
Carta de Oscar del Barco en http://www.elinterpretador.net/15CartadeOscarDelBarco.htm
Rot, Gabriel, Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina. La historia de Ricardo Masetti y el Ejército Guerrillero del Pueblo. Ediciones El Cielo por Asalto. Argentina. 2000.

A veinte años de la muerte del Che La sed absoluto José Aricó Revista La Ciudad Futura número 7, octubre de 1987 página 32.
¿Cómo recuerdo ese funesto día de octubre? Con tristeza, con profunda tristeza y desasosiego. No siquiera indignación, poseído como estaba por la certeza de que se cumplía un hecho inevitable, una muerte anunciada. Los diarios lo atestiguaban y aunque el gesto instintivo de negar lo irreparable intentaba introducir alguna duda, sabía que era verdad, que no podía ser de otro modo. El Ché sólo podía terminar sus días así, en algún lugar de América peleando hasta el final por lo que creía justo. Esa era la dirección que impuso a su vida y no podía admitir ninguna otra; quiso ser el símbolo de un espíritu que no debía consumirse y lo logró, porque no le estaba permitido ser distinto. Esto yo lo sabía; lo sabía desde el momento en que una radiante noche de julio de 1965 lo conocí en el Ministerio de Industrias y hablé largas horas con él. Ya se había extinguido la guerrilla de Masetti y con ella la creencia en nosotros —el pequeño grupo de intelectuales que animó en Córdoba la experiencia de Pasado y Presente— de que la guerrilla rural podía ser en el país una perspectiva válida. No creo que ninguno de los argumentos que esa noche utilicé, hicieran mella en sus convicciones. Ni la situación del país, ni el carácter de sus formaciones políticas, ni el profundo distanciamiento entre una juventud radicalizada y un movimiento obrero que buscaba el acuerdo con los militares golpistas una salida de fuerza que derrumbara el gobierno civil de Illia, ni las lecciones a extraer de una guerrilla que desconocía hasta el extremo de lo farsesco la realidad de un país complejo, diferenciado, contradictorio como era y sigue siendo el nuestro, nada de todo eso podía decidirlo a modificar una postura que no necesitaba de los hechos para validarse. Para el Ché, el fracaso del comandante Segundo —nombre de combate que adoptó Masetti tal vez para indicarnos que no era sino el Adelantado él mismo— era simplemente una batalla perdida, pero tenía que haber otras para que las cosas pudieran ponerse en movimiento. Había que papararse mejor para intentarlo de nuevo. Confieso que no tuve valor para desmentirlo; mis objeciones no tenían fuerza alguna para corroer la coraza de una postura que ponía en la balanza, frente ala rigidez de lo inerte, el peso vivo y deslumbrante de una voluntad revolucionaria a a toda prueba. Desde ese momento supe que nada lo detendría y que seguirá en su camino hasta el final. Es cierto que yo no tenía nada que oponerle, salvo admisión de nuestra debilidad. No teníamos detrás ni una fuerza política con gravitación propia, ni un movimiento social que protegiera nuestra acción: de la derrota de Masetti sólo quedaban despojos y había que recomenzardesde abajo una tarea que no podía reconocer un final sin tener el signo que pretendía imponerle: se comprenderá que no era ésta una alternativa que sedujera a un luchador poseído por la sed de absoluto como era el Ché. Desde ese momento nuestros caminos se bifurcaron. Nuestro grupo siguió con emoción y simpatía su combate contra los molinos de viento: el cuestionamiento de las formas burocráticas de gestión de la economía cubana sus esfuerzos por dilatar los estímulos morales en una sociedad que daba muestras de agotamiento en su lucha contra el cerco; su combate contra el tratamiento poco solidario de los países socialistas con los pueblos del tercer Mundo, la búsqueda de la unidad americana para resistir las presiones del imperialismo, su renunciamiento cubano, su recorrido por el mundo portando el verbo d ela revolución. Leíamos sus escritos y las difundíamos porque reconocíamos en él una voz que rehusaba plegarse al realismo político de quienes se someten a lo que ni siquiera pretenden cambiar. No creíamos que su camino fuera el nuestro, pero las cosas por las que luchaban sí lo eran. No fue un maestro, fue un símbolo, un ejemplo moral en el muchos nos reconocíamos no importa cuál fuera el juicio que sus pasos merecieran. Su muerte significo la caída d e algo más que una ilusión: En esos momento la sentimos como el fin de una época Con el Ché se cerraba un capítulo de una historia que no estábamos en condiciones de pensé de qué modo habría de proseguir. Después vinieron los años de las nuevas esperanzas, el mayo fránces, las luchas obreras, la revolución cultural china, el cordobazo, la violencia armada y el terror. El terror de una dictadura militar que se propuso aniquilar sin piedad todo aquello que el ejemplo del Ché contribuyó tal vez como ningún otro a que madurara en el país. Su muerte nos la preanunció sin que lográramos verlo. Nos dijo muchas cosas que debería habernos obligado a reflexionar más obre el sentido, la naturaleza y los caminos de una efectiva lucha por la transformación social. Pero no pudimos hacerlo porque admitir el duro umbral de lo real era vivido por nosotros como una forma de traicionar su ejemplo. Preferimos cambiar la realidad por nuestros deseos, fantasear con los ojos abiertos en lugar de asumir la responsabilidad cívica y moral que cargan sobre sus espaldas aquellos que insisten en pensar que lo que existe no puede ser verdad. No creo que nuestra buenas intenciones justifiquen los errores que cometimos, pero ¡guay! Del que pretende salvar su alma impidiéndose a sí mismo actuar para no cometer yerros. Las verdades se modifican, decía Sartre, y lo único que importa es el camino que conduce a ellas, el trabajo que se hace sobre sí y con los otros para llegar a ellas: La lección que debemos extraer del Ché no puede ser hoy insistencia en el error, sino el valor de la corrección. Las cosas por las que él combatió siguen en pie y reclaman seguidores; sigue siendo una tarea por la que nos sentimos obligados a luchar la búsqueda de una nueva forma de construir la vida asociada de los hombres. No hemos cambiado nuestras convicciones; pero no estaríamos a la altura de las demandas del presente si nos negáramos a admitir lo que la propia sociedad crea de nuevo y erosiona nuestras certezas. Mientras escribo estás líneas acuden a mi memoria las palabras con las que un viejo revolucionario ruso, Herzen trata de explicarle a su amigo Bakunin las razones de sus diferencias: Tú te lanzas hacia delante como antes, con la pasión de la destrucción, derrumbando los obstáculos y respetando a la historia sólo en el provenir. Yo no creo en los caminos revolucionarios de una época y me esfuerzo por comprender el paso humano en el pasado y en el presente, para saber cómo caminar junto a él, sin quedarme atrás no correr hacia delante, hacia un lugar donde los hombres no me seguirán, no pueden seguirme”. No fue poco el coraje y la independencia de criterio que necesitó Herzen para pronunciar estas palabras en un ambiente que le era adverso. Tampoco es fácil decirlas en el presente frente a una izquierda que se resiste a extraer las lecciones de los hechos y a un medio que se burla de nuestras convicciones. Pero a veinte años de su muerte de un hombre que fue nuestro, y que legó a un mundo incrédulo el sacrificio de una vida por ideales que siguen siendo los nuestros, cometeríamos una grave falta a su memoria si no fuéramos capaces de hablar claro.

martes, 4 de octubre de 2011

Las traducciones de El Capital al castellano


Las traducciones de El Capital al castellano
A ) .- Traducciones de El Capital diferentes tomos:
1. Primera traducción incompleta de la edición francesa de Joseph Roy por Pablo Correa y Zafrilla12 aparecida en 1886 en el diario La República de España34.
2. Segunda traducción de Juan B. Justo5 a partir de la cuarta edición alemana que aparece en España entre 1897 y 1898. En 1918 aparece la segunda edición argentina, la cual contiene una revisión y corrección de la española según menciona Justo6.
3. Tercera traducción del tomo uno (1), y primera traducción completa de los tres tomos por Manuel Pedroso7 8de 19319.
4. Cuarta traducción a cargo de Wenceslao Roces primero para editorial CENIT de 1934-1935 del primer tomo. La traducción de Wenceslao Roces completa de los tres tomos aparece recién en 1946 en su exilio en México ahora para el Fondo de Cultura Económica (FCE).
5. Quinta traducción solo correspondiente a los tomos dos (2) y tres (3) de El Capital de la Biblioteca Nueva de Buenos Aires de Juan E. Hausner de 1946, que según Mazía es una “meritoria y ajustada traducción” mencionada como complementaria de la de Justo10.
6. Sexta traducción la que desconocemos y de la cual hemos encontrado una sola referencia realizada por Tarcus como una obra colectiva de traducción por parte de la Editorial Cartago11 de la edición francesa realizada en el año 1956.
7. Séptima traducción de los tres tomos por parte de un grupo para la editorial EDAF12 de España de 1972. Los traductores mencionados son Juan Miguel Figueroa, Rodrigo Peñaloza, Miguel Angels Muñoz Moya, Aníbal Froufe, Antonio Saa, Mauro Fernández Dios, Francisco Cespo Méndez y Francisco Álvarez Velasco13.
8. Octava traducción de Floreal Mazía14 de Editorial Cartago 1973. Esta traducción es previa a la versión de Pedro Scaron y fue realizada a partir de la edición francesa de J. Roy15.
9. Novena traducción de un grupo de traductores de anónimos supervisados por Raúl Sciarretta para Editorial Corregidor de 1973, con prólogo de Louis Althusser, solo correspondiente a los primeros cuatro capítulos del primer tomo16.
10. Décima traducción a cargo de Pedro Scaron cuyo primer tomo de El Capital aparece en 1975 publicada por editorial Siglo XXI, el abordaje del trabajo está desarrollado por extenso en la advertencia del traductor al inicio de la obra., que aunque pretende ser una edición crítica y establece los parámetros de cómo debería ser una edición que cumpla esos requisitos, esta edición finalmente “no aspita a tanto” y solo pretende ser “una primera edición crítica de El Capital”. El texto básico que usaron fue el de la segunda edición alemana de 1872, y usaron el texto de la Werke para la cuarta edición alemán y sus agregados17.
11. Décima primera traducción conocida a cargo de Vicente Romano García para editorial AKAL de 1976. Esta traducción fue realizada en base a edición alemana de la editorial Dietz de Berlín del año 1962. En su “Nota preliminar del traductor” aseguran haber tenido siempre a la vista la traducción de Roces que aunque con “hermoso estilo no siempre se ajusta al original”. Y sobre la traducción de Scaron menciona que “ha mejorado considerablemente “las anteriores, pero critica lo que atribuyen como obsesión en la crítica a la traducción de Roces18.
12. Décimo segunda y última traducción correspondiente a Manuel Sacristán19 para Editorial Grijalbo20 del año 1976.
B).- Versiones abreviadas de El Capital.21
1. Versión resumida de Gabriel Deville22. a).-Existen de esta edición varias traducciones la primera de larga difusión es la de Editorial Sempere de 1909 cuya traducción estuvo a cargo de T. Álvarez. b).- Otra es la de Editorial Claridad que toma la posta del anterior del cual se realizan al menos seis ediciones entre 1930 y 1961. Recientemente en 2007 Editorial Claridad ha reeditado el texto de Deville con traducción de Ana Drucker23. c).- Tarcus señala la existencia de una traducción tres anos posteriores a la publicación del original en 1887 por A. Atienza editado por El Socialista24 de España.
2. Compendio de El Capital de Carlo Cafiero25 26La primera traducción habría sido realizada en Valencia, España en 1932. Nosotros hemos consultado la traducción de Eloy Muñiz de 1978, con una introducción de Carlos Díaz. Cafiero fue un militante anarquista y la Editorial Júcar tanto como Díaz pertenecientes a un grupo editorial anarquista con relación con el catolicismo quienes publicaron también otras obras de Marx27.
3. Versión popular de El Capital por Karl Kautsky. El nombre de la traducción es El Pensamiento económico de Marx (Karl Marx Oekonomische Lehren). La edición que nosotros disponemos en castellano de 1974 es de Editorial Distribuidora Baires quienes dicen tomar la traducción de un original publicado por la Editorial La Oveja Negra de Colombia sin especificar el traductor. Aunque no lo dice explícitamente parece sugerir que es una traducción de la edición rusa. El original fue publicado en alemán en 1886 aparentemente habría sido revisada por Engels. El prólogo de la edición menciona que la versión original tenía una introducción de Kautsky que no fue incorporada en esta edición.
4. Compendio y aplicación a la economía Argentina de El Capital por Eduardo Astesano a cargo de Ediciones Clase Obrera del año 1955. La edición es una síntesis del capital con citas de autores argentinos con ejemplos que para el autor parecería concretos sobre la economía argentina. Tiene un prologo de Rodolfo Puiggrós que claramente señala la edición como de discusión política con su anterior militancia en el Partido Comunista y con el Partido Socialista que a pesar de haberlo traducido el “Dr. Justo no lo aplicaron a la realidad argentina28”.

Diego Cano

Bibliografía.
Tarcus, Horacio “Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y cuentíficos” Editorial Siglo XXI. 2007.
Ribas, Pedro, “Aproximación a la historia del marxismo español (1869-1939). Ediciones Endymion. 1990.
Ribas, Pedro, “La primera traducción castellana de El Capital”. Trabajo aparecido en el número 420, junio de 1985 de Cuadernos Hispanoamericanos. Pág. 201 a 210.
Ribas, Pedro, “La introducción del marxismo en España (1869-1939). Ensayo bibliográfico”. Ediciones de la Torre Madrid. 1981.
Sacristán Luzón, Manuel, “Escritos sobre El Capital (y textos afines)” Ediciones El viejo topo. 2004
1 Pedro Ribas me dio una copia de esta traducción cuyo único ejemplar encontrado está en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca dentro del fondo particular del jurista y krausista Pedro Dorado amigo de Unamuno.
2 La calificación de Pedro Ribas sobre esta traducción después de realizar en base a una muestra una comparación con la edición francesa de Roy, es: ¨Comparada con alguna de las traducciones que existen hoy en castellano, la de Correa es sencillamente una mala traducción” (Ribas, 1985, pág. 207).
3 Ribas (1990, pág. 89-90) demuestra como la versión de Correa y Zafrilla es traducción de la versión francesa de Joseph Roy comparando párrafos enteros. Aunque Ribas menciona que el diario La república dice que la traducción es del original del alemán y Correa y Zafrilla afirma en la introducción “En la traducción se intenta ha sido posible el lenguaje, empresa difícil y penosa, tratándose me o ser fiel a al original, simplifica de un autor alemán, para cuya traducción no cabe fiarse en las versiones hechas a otras lenguas”. Pág. VI. Ribas menciona también que esta traducción no contiene algunos capítulos. En una rápida mirada no solo la traducción según él lo demuestra es del francés, sino la numeración de los capítulos sigue esta traducción, sino también la traducción queda trunca en el capitulo XIV División del trabajo y manufactura, y ahí llega a su fin tal como lo menciona Ribas (1985, pág. 209). De manera anecdótica a la tasa de plusvalía la traduce como tasa de exceso de valor y otras como ganancia (Ribas, 1985, pág. 209).
4 Scaron (1975, pág. XX) menciona a la traducción de Correa y Zafrilla, pero parece no haber tenido acceso a ella porque se equivoca al mencionar que fue publicada por el diario la Vanguardia (Ribas, 1990, pág. 135). Tampoco menciona el año de su publicación, ni la fuente de su información. Además la menciona meramente como tentativa inclusive poniéndola junto con el resumen de Deville, aunque si afirma que es una traducción de la edición francesa de Roy.
5 Aunque evidentemente Tarcus conoce los textos de Ribas sobre la traducción de Pablo Correa y Zafrilla este continua diciendo que “coronando el proceso de difusión del Marx científico, en 1898 aparece en Madrid la primera versión en español del primer volumen de El Capital”. (Tarcus, 2007, 47). Sin embargo más adelante dice “La primera traducción de El Capital de Marx al español fue llevada a cabo por el abogado Pablo Correa y Zafrilla (1844-1888) un republicano de orientación federalista, amigo de Pi y Margall. La versión, incompleta y retraducida del francés, salió en fascículos por entregas en el diario La República de Madrid a partir de 1886” (Tarcus, 363). Al final de este comentario cita a Ribas. Por otro lado Ribas (1985, pág. 202) menciona: “Pablo Correa y Zafrilla (1844-1888) fue un abogado que militó políticamente en las filas de los republicanos. Fue diputado de las cortes republicanas de 1873. Era amigo de Pi i Margall y colaborador asiduo en la prensa republicana. Sus ideas federalistas quedan reflejadas en el mismo título de los dos libros que escribió: La federación 1880 y Democracia, federación y socialismo 1888” (Ribas, 1985, pág. 202).
6 Tarcus señala que el trabajo de traducción de Justo “permanece envuelto en una bruma escura y mientras no logre recuperarse la correspondencia de Justo”. Un dato interesante aunque siempre desarrollando fuentes en este caso no aparecen explicitas, Tarcus menciona que según “diversas fuentes”(¿?) Justo habría contado con la colaboración de Augusto Kühn para la traducción, cuestión inédita hasta este momento ya que no hay ninguna referencia a esta persona en esta edición. Sin embargo parece que una de las fuentes diversas puede ser Ribas, quien señala “Juan B. Justo habría estudiado en Viena donde se familiarizó con la lengua alemana. Pero además contó con la colaboración del club Vorwärsts, grupo de socialdemócratas alemanes emigrados a Argentina. En la comunicación presentada por “un compañero” a la sección científica organizada por el comité central del Partido Socialista Alemán Unificado, con motivo del centenario de El Capital, se lee lo siguiente: “Juan B. Justo fue su traductor, en colaboración con Kuhn”. Véase ¨Ein Genosse aus Argentinien” en el libro “Das Kapital” von Karl Marx und seine internationale Wirkung, Dietz, Berlín Este, 198, pág. 267. (Ribas, 1981, pág. 38). Este libro está en la bibliografía utilizada por Tarcus.
7 Scaron (1975, pág. XXI) menciona la traducción de Pedroso “La versión de que efectuó Manuel Pedroso (Madrid, Aguilar, 1931) de los tres tomos de El Capital sigue en el tiempo a la de Justo. Aunque no la hemos leído en su totalidad, nuestra impresión preliminar es que ha sido injustamente olvidada: parece ser algo inferior a la de su precesor, pero no a la que examinaremos a continuación”. La anterior es la de Justo, y la que examina a continuación la de Roces. Ahora la de Pedroso, “no la leyeron en totalidad”, pero la igualan a la de Roces.
8 Según Sergio Pitol, Manuel Pedroso fue un republicano aristócrata (conde), último embajador de la República en Moscú antes de finalizar la guerra civil, ex rector de la Universidad de Sevilla, quien había traducido El Capital en su juventud cuando vivía en Alemania y termino exiliado en México.
9 Según Ribas (1990, pág. 88) Roces le hace una dura crítica a esta traducción y cita “nace redondamente descalificada, lo mismo para la lectura que para la consulta o el estudio (…)En cada una de las 1600 páginas del volumen, nutridísima de letra, hay aberraciones de traducción para colmar el gusto del más exigente coleccionista de ellas y que van desde el leve desliz hasta la franca monstruosidad: tergiversaciones de sentido y alteraciones de concepto, frases y hasta oraciones enteras truncadas –excelente medio quirúrgico, sin duda para extirpar dificultades de traducción-. Y en general un descuido constante de redacción y terminología que convierte la obra fundamental de Marx en verdadero galimatías y a trechos, que es lo peor, empeñando y desfigurando el bruñido pensamiento del autor, en alegato anodino y vulgar, En “Una edición completa de El Capital”, Bolchevismo número 3, julio de 1932, pág. 61. Qué ironía la de Roces que casi 43 anos después Scaron use casi los mismos argumentos contra su propia traducción.
10 Tarcus menciona también que fue una nueva edición la de Justo más los otros tomos traducidos por “Hausner” (Tarcus, 406).
11 Tarcus menciona que existe esta traducción colectiva anterior a la edición más conocida de Cartago de Mazía. Aparentemente esta traducción habría sido realizada de la edición francesa del año 1956. Desconociendo esta traducción en su versión original, y siendo el único que la menciona no la hemos incorporado a la lista, aunque obviamente debería ser incorporada de comprobarse la existencia de esta traducción previa de Cartago. En esta cita Tarcus hace un listado de traducciones donde no menciona la de Correa y Zafrilla y no menciona la de AKAL. (Tarcus, 2007, 406).
12 Scaron (1975, pág. XXVIII) menciona “Las dos últimas versiones castellanas del tomo 1 de El Capital constituyen una clara involución. Vergonzosamente en un caso y de manera semivergonzante en el otro, ambas versiones –la publicada por EDAF (Madrid, 1967) y la de Floreal Mazía para la Editorial Cartago (1973) se basan en texto francés”. Ambas traducciones son realizadas no solo del primer tomo, sino de la obra completa. Además es la única vez que mencionan esta versión sin ningún otro comentario a la misma.
13 Esta traducción tiene un estudio introductorio bastante desarrollado que aparenta muy crítico de El Capital realizado Jesús Prados Arrarte llamado “Síntesis y critica de El Capital de Marx. La opinión de los economistas del presente”. De manera anecdótica la edición por parte de EDAF es de excelente calidad en sus tapas y hojas, condensando en dos volúmenes los tres tomos de El Capital.
14 Existen rumores de que Floreal Mazía no existe como tal persona. Un amigo ex -militante del PC me mencionó que efectivamente había un equipo de traducción del partido dirigido por este tal Mazía. Habría que seguir recogiendo testimonios de la existencia de este grupo.
15 La introducción de Mazía menciona como traducciones anteriores a la de Justo en su edición española de 1898, después la de Pedroso donde se equivoca en el ano diciendo que es de 1928 cuando fue impresa en 1931. Y menciona una cuarta además de la de Roces, la de Juan E. Hausner.
16 Scaron (1975, pág. XXVIII).
17Aquí cabe por lo menos una sospecha sobre lo expresado por Scaron. Sobre los agregados que “Marx había indicado” incorporarlos ellos siembran una duda basados en un texto de Kautsky que supuestamente diría que Engels “no tomo en consideración todas las anotaciones manuscritas de Marx” (Scaron, pág. IX), sembrando así dudas sobre cuán exacto sería que esas anotaciones supuestas de Marx a una segunda edición alemana y una edición francesa son efectivamente de esa forma tal como Marx las habría realizado. Sin embargo, el texto que ellos citan de Kautsky según la MEGA esos comentarios no corresponden en general al tomo 1 como parecería decir Scaron sino a los tomos 2 y 3 lo cual en principio parece más “lógico”. El problema es que si lo afirmado por la MEGA es efectivamente así, ¿Por qué Scaron asegura que Kautsky habría consultado la segunda edición manuscrita y en eso baso sus comentarios que este habría hecho sobre las anotaciones incorporadas de Engels realizadas por Marx, cuando la MEGA dice que solo hacen referencia a los dos tomos siguientes? .
Según la MEGA “Karl Kautsky, el editor de una edición popular de los tres volúmenes de “El Capital”, escribió en 1926 en la introducción de su edición popular del 2do volumen: “Esto fue hecho con altas sospechas, Engels no siempre ha abarcado completamente el pensamiento o el razonamiento de Marx, y los manuscritos no siempre han sido agrupados y redactados de acuerdo a los pensamientos de Marx. Aceptamos, que esto significó para mí, repasar un enorme trabajo, al cual Engels dedicó casi un largo siglo, y yo llegaría al mismo tiempo en uno u otro punto a un resultado ajeno como Engels. Que garantía tendrían los lectores, de que precisamente mi interpretación del pensamiento de Marx se acercaría más al de Engels? A fin de satisfacer todas las consideraciones, sería necesario, brindar a los críticos la posibilidad de juzgar ellos mismos. Esto significa, que se deberían publicar en forma completa los manuscritos de Marx, tal cual ellos son”. Cita de Karl Kautsky: “Introducción a la edición popular” (Vorwort zur Volksausgabe). En: Karl Marx: El Capital. Critica de la economía política. Edición popular. Vol. 2. Libro 2. Editado por Karl Kautsky. Berlín, 1926. S XI (traducción de Claudio Lidaves y revisión de Diego Cano). Sacado de la introducción de Marx-Engels, Gesamtausgabe (MEGA II/12), Apparat, Akademie Verlag, 2005, página 502.
18 Cotejan en varios casos la traducción de Roces y Sacaron para terminar afirmando que “Scaron y Siglo XXI exageran un poco en sus ataques a W Roces y en la presentación de su edición como la “la más completa””. (subrayado nuestro, AKAL, pág. 11).
19 Según Sacristán la “El criterio de OME para la edición de Capital I-III es el de MEW, edición tomada como base” (Sacristán, 2004, pág. 139). Es una lástima que la colección de la OME sea tan poco conocida en la Argentina.
20 La editorial Crítica tenía un ambicioso plan de impresión de las obras de Karl Marx y Friedrich Engels denominada OME. El Capital libro primero habría sido publicado en los volúmenes 40 y 41 de dicha colección, (Ribas, 1985, pág. 210).
21 Nuestro conocimiento de estas versiones resumidas de El Capital tiene menos exhaustividad que la de las traducciones completas del mismo, fundamentalmente por a.- poco conocimiento actual de estas ediciones en general de principio de siglo hasta los treinta, y b.- la inmensa cantidad principalmente de ediciones populares aunque también posiblemente de traducciones, realizadas centralmente en España antes de la guerra civil. Sin embargo entendemos que aquí están representadas las principales versiones de este estilo.
22 El texto habría sido revisado por Marx, aunque de manera total por Engels. Engels en carta a Deville del 12 de Agosto de 1883 quien primero habla bien de la traducción: “He leído la sección que enviaste a Marx hace poco tiempo, la considero clara y muy precisa. Y, ya que contiene la parte más difícil del trabajo, parecería no haber razón para anticipar ningún tipo de malentendido en las secciones siguientes” (Collected Works Marx-Engels Volume 47, International Publishers, pág. 44, traducción propia). Y después le dice a Kautsky frente a la intención de este de traducir al alemán el resumen de Deville el 9 de enero de 1884: “Hasta el momento, en lo que compete a cuestiones teóricas, el resumen de Deville es el mejor que ha aparecido. El ha entendido todo correctamente aunque el uso de la terminología no sea exacto; cuestión que he corregido en el manuscrito. Por otro lado, la sección descriptiva no es tratada en forma detallada dando por resultado que algunas partes se tornen completamente incomprensibles para aquellos que no estén familiarizados con el original. Al mismo tiempo, aquello que facilitaría la comprensión (especialmente tomando en cuenta lo popular) es decir, el surgimiento de la manufactura y la industria a gran escala como períodos consecutivos, es relegado a un segundo plano. (Ni siquiera se nos dice que la legislación fabril no opera para nada en Francia, solamente en Inglaterra) Finalmente, el autor brinda un resumen detallado de su contenido incluyendo material que Marx debía presentar si pretendía completar su desarrollo científico, pero que no es necesario para comprender su teoría de la plusvalía y sus consecuencias (y solamente esto es lo que cuenta en el caso del resumen popular). De la misma forma que el número de monedas en circulación, etc. Pero, entonces, también cita textualmente las proposiciones de recapitulación de Marx habiendo dado no más que un incompleto repaso de los supuestos en las que aquellas se basan. Esto produce que dichas proposiciones aparezcan en ocasiones completamente distorsionadas provocando que, al remitirme a ellas, me encuentro en la posición de oponerme a las preposiciones de Marx. Esto ocurre porque las limitaciones que quedan claras y establecidas en el original por aquello que las antecede, en Deville aparecen como absolutas y universales y por lo tanto falsas universales y sin validez. No puedo cambiar esto, sin rehacer todo” (Collected Works Marx-Engels Volume 76, International Publishers, pág. 44, traducción propia). Y en carta a Kautsky del 16 de febrero agrega: “No solo la parte histórica de Deville precisa una revisión sino también la parte descriptiva. Podés darte cuenta de esto leyendo solamente algunos capítulos. Lo que haré por el momento, en cuanto compete a Meissner, es enviarle el texto en Francés e informarle que se está realizando una revisión y que le haré llegar los detalles de la misma en su debido momento” (Collected Works Marx-Engels Volume 101, International Publishers, pág. 44, traducción propia).
23 Desconocemos si esta es la misma traducción de la realizada en las ediciones anteriores de la misma editorial.
24 Tarcus (2007, 364)
25 Según Ribas (1990) existen otros resúmenes de en otros idiomas algunos muy populares en sus respectivos países. En Holanda de Ferdinadn Domela Nieuwenhuis, Karl Marx, Kapitel en arbeit, 1881. En Alemania de Johann Most Kapital und Arbeit, 1873, mas tarde de Karl Kautsky que mencionamos arriba, Karl Marx oekonomische Lehren, 1887. En Inglaterra Edward Aveling The sutudent’s Marx. An introduccion to the Study of Karl Marx’Capital, 1892. No he encontrado ninguna de ellas en internet, no significa que no estén obviamente. Ribas tampoco ha encontrado traducciones (Ribas, 1981, pág.43).
26 Originalmente fue publicado en 1879 en italiano y se basa en la edición francesa de J. Roy. (Ribas, 1981, pág. 43 y Cafiero, 1978, pág. 14).
27 Las referencias fueron dadas por Pedro Ribas. La edición de Júcar dice en su tapa: “Desarrollo de la tesis bakunista, según la cual el pensamiento de la escuela autoritaria “marxista” puede ser compatible con el pensamiento filosófico del anarquismo”.
28 Eduardo B Astesano 1955, pág. 12.

lunes, 3 de octubre de 2011

El 18 Brumario según la MEGA. Traducción.



Karl Marx
El 18 Brumario de Luis Bonaparte desde mediados de diciembre de 1851 hasta el 25 de marzo de 1852

Desde siempre, y con particular interés y gran conocimiento real, Marx había seguido el desarrollo político contemporáneo en Francia y ya había expuesto los acontecimientos revolucionarios (hasta incluso marzo de 1850) en sus “Luchas de clases en Francia 1848 hasta 1850” (MEGA 1/10. Pág. 119-196). Francia correspondió al significado particular para el análisis de las luchas de clases del siglo XIX. Engels escribió más tarde “Esta fue la razón”; “por lo cual Marx estudió la historia francesa pasada con particular predilección, sino que también persiguió en todos sus detalles sucesivos el material reunido para ser usado a futuro, y por ende nunca fue sorprendido por los acontecimientos”. (Friedrich Engels: prólogo para la 3ª edición. En: Karl Marx: El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Hamburgo 1885. S. IV).

Durante el otoño de 1851, este interés se concentró en crecientes rumores y también en la prensa se discutieron reflexiones acerca de Luis Bonaparte, presidente de la 2ª. República francesa y su golpe de Estado preparado “Sociedad del 10 de diciembre”. Un suceso como ese debería cambiar, en gran medida, la forma de ejercicio del poder de la burguesía francesa y exigiría un perfeccionamiento de la cuestión de Estado por parte del marxismo.

Luego del golpe de Estado que se produjo el 2 de diciembre de 1851, Marx por consiguiente no dudó – ni siquiera “confuso por estos hechos tragicómicos en París” (Marx a Engels, 9 de diciembre de 1851. En: MEGA III/4, pág. 264) – en tomar en consideración una renovada representación de la historia francesa contemporánea.

Inmediatamente se inició un intensivo intercambio epistolar con Engels sobre este tema, y el 3 de diciembre de 1851 Engels le comunicó a Marx una primera estimación de los acontecimientos ocurridos en París el día anterior, y ya en esta carta se oyó por dos veces el término utilizado “18 Brumario” para el título de la obra de Marx. La comparación irónica del golpe de Estado de Luis Bonaparte del 2 de diciembre de 1851 con la destitución de la dirección a través del General Napoleón Bonaparte el 9 de noviembre de 1799 (al 18 Brumario del calendario de la revolución) se halló próximo a lo contemporáneo y fue utilizada también por ej. en la carta de Richard Reinhardt a Marx del 4 de diciembre de 1851 (MEGA III/4, pág. 517-519). De la carta de Engels del 3 de diciembre de 1851, Marx toma la cita de Hegel (ver comentario 96.6-7) como así también los núcleos de pensamiento del primer apartado de su escrito. En sus cartas a Marx del 10, 12 y 16 de diciembre de 1851, Engels prosiguió con su apreciación de los acontecimientos ocurridos en París.

Presumiblemente, Marx no respondió las cartas, las cuales habían comenzado el trabajo en un primer manuscrito, sino que discutió estos temas con Engels en forma verbal durante su estancia en Londres desde alrededor del 20 de diciembre de 1851 hasta aproximadamente el 4 de enero de 1852. Marx escribió la parte I de su trabajo mientras llegaba a su fin su cara a cara con Engels en Londres. El intercambio íntimo de ideas con Engels sobre la problemática desarrollada del “18 Brumario” también lo prueba una serie de artículos “Real Causes why French Proletarians Remained Comparatively in December Last” (pág. 205-214), los cuales aparecieron desde febrero hasta abril de 1852 en las “Notes to the People”. En concordancia con el trabajo de Marx, Engels planteó en este punto y de manera muy concisa la táctica de la clase trabajadora, y en forma concentrada y efectiva los mismos pensamientos que en el “18 Brumario”. Hasta más tarde de la mitad de diciembre de 1851, Marx no estuvo firmemente decidido a escribir sobre el golpe de Estado, él había comenzado inmediatamente con la recolección del material correspondiente, y obtenido las primeras descripciones sobre la construcción del trabajo. Recién el 17 de diciembre de 1851, él consiguió en una carta de Joseph Weydermer a Engels del 1 de diciembre 1851 (MEGA III/4. Pág. 512-516), poder garantizar las posibilidades de publicación en la preparación del semanario “Die Revolution” en New York, el mismo día él comunicó que llevaría a cabo en el corto plazo “un artículo sobre la miseria francesa” (ver Jenny Marx a Engels, 17 de diciembre de 1851. En: MEGA III/4. Pág. 539). Ya dos días más tarde, se refirió al título definitivo (“Der 18te. Brumaire des Louis Bonaparte”) planteado ya entonces en las continuaciones de los ensayos planificados (Marx para Weydemeyer, 19 de diciembre de 1851. En: MEGA III/4. Pág. 276).

El “18 Brumario” de Marx fue la primera obra escrita sobre el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851.

Hacia la base de las fuentes

El mismo Marx resaltó que su trabajo “se originó bajo la presión directa de los acontecimientos y no excedió el material histórico de los mismos al mes de febrero de 1852”. (Karl Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Hamburgo 1869, S.IV).

Como base para la representación histórica hasta marzo de 1850, esto significa hasta la mitad de la parte IV (Pág. 137.14), Marx pudo utilizar su “Lucha de clases en Francia 1848-1850”. Anexos valiosos, en particular los utilizados como base de su nueva ponderación del carácter de la revolución de febrero y para el resumen de las luchas desde febrero de 1848 hasta junio de 1849 en las partes I y II, le dieron a él a fines de 1850 en París el primer volumen publicado de “Historia de la Revolución de 1848”, la cual editó la condesa Marie d’Agoult bajo el seudónimo de Daniel Stern. Para la representación de la historia francesa hasta comienzos de noviembre de 1850 (Pág. 144.34), el material del desenlace fue suministrado por el articulo referido a Francia de la “Revista. Mayo hasta Octubre” (MEGA I/10. Pág. 472-481). De allí, que Marx se fundamenta en gran medida de las muy informadas correspondencias de París del londinense “Economist”.

Ante todo, la prensa contemporánea fue una fuente decisiva para Marx. De los periódicos y semanarios ingleses, él utilizó, entre otros, al “Spectator” y al “Morning Chronicle”, y –presumiblemente, no de manera regular- el “Times”, unas páginas francesas de Proudhon “Le Peuple de 1850” y otra de Ledru-Rollin “Voix du Proscrit”; a tal efecto también vinieron los escritos redactados por los emigrantes, el muy informado periódico de Bruselas “L’ independence belge” y otros órganos de prensa.

En referencia al material biográfico sobre Luis Bonaparte, Marx lo sacó del libro de Truman Slater “Louis Napoleón, The Patriot or the Conspirador?” publicado en Londres en febrero de 1852, incluyendo una biografía; A History of the Coup d’Etat, The Results and Prospects…”. Otros detalles sobre el entorno inmediato de Luis Bonaparte así como sobre la preparación y la marcha del golpe de Estado están contenidos en un broschure “Récit complet et authentic des événements de décembre 1851 á París et dans les Departements” publicado en París en diciembre de 1851 por Bernard-Adolphe Granier de Cassagnac, el cual hizo las veces de encargado de prensa del bonapartismo.

Marx encontró en el libro “Idée générale de la Revolution au XIXer siécle”, Paris 1851, de Pierre Joseph Proudhon, el cual sin embargo no fue nombrado directamente, algunos puntos ligados con apreciaciones polémicas y consideraciones teóricas, entre ellas también las importantes cuestiones de la destrucción del antiguo aparato estatal. Marx y Engels se habían ocupado intensivamente de esta obra entre agosto y noviembre de 1851; a partir del requerimiento de Marx, Engels había producido un extracto detallado sobre eso (IML/ZPA Moscú, Sign. f.1, op.1, d.505 – primera publicación – en idioma ruso – en: ApxNB Mapkca N 3Hrenbca, T.10. MockBa 1948. S.5-34. La publicación en MEGA tiene lugar en el volumen IV/10), las cuales se vieron durante la preparación del “18 Brumario” de Marx.

Para Marx, un enriquecimiento de su base de fuentes fueron el intercambio epistolar y verbal de informaciones e ideas que mantuvo con Richard Reinhardt y Nikolai Sasonow en Paris; con Ferdinand Lasalle en Dusseldorf, con Ferdinand Wolf, Wilhelm Wolf y presuntamente también con Ferdinand Freiligrath en Londres, y la conversación que mantuvo a comienzos de febrero de 1852 con el publicista Alexander Massol y otros revolucionarios de París (ver comentario 169.37-170.4), así como posiblemente otros contactos de la misma especie.

Ya el 4 de diciembre de 1851, Reinhardt informó detalladamente sobre los pormenores del golpe de Estado, sin embargo Marx no tomó directamente ningún pasaje de esta y otras cartas del 6 y el 30 diciembre. Hay una fuerte concordancia en la caracterización de los acontecimientos de París del 4 y 5 de diciembre de 1851 en la carta de Reinhardt del 6 de diciembre de ese año (MEGA 2 III/4. Pág. 521-523) y la representación correspondiente en el “18 Brumario” (S. 177.8ff). Fue tomado directamente por Marx de la carta de Reinhardt del 15 de febrero de 1852 (MEGA 2 III/5), frase de Guizot “C’est le triomphe complet et définitif du socialismo” así como el comentario de la Sra. Girardin (Pág. 176.39-40 así como 177.32 y 188.31-32). Una gran parte de la carta de Reinhardt del 15 de febrero es citada por Marx en su carta a Lasalle del 23 de febrero de 1852 (MEGA 2 III/5), en la cual empalmó consideraciones en su respuesta de fines de febrero.

Valiosas pistas de los pensamientos movilizaron a Marx, cuando a los pocos días luego del golpe de Estado comenzó a reflexionar sobre su reacción publicitaria de este acontecimiento, lo cual permite la carta de Lasalle dirigida a él del 12 de diciembre de 1851 (MEGA 2 III/4. Pág. 530-533), la misma representa la respuesta de una carta no enviada por Marx a Lasalle, escrita posiblemente el 9 o el 10 de diciembre de 1851.

Así pues, la carta de Marx contenía una “comparación con Mallet”, se burlaba sobre el compromiso del espíritu mundial hegeliano a través de Luis Bonaparte, lo cual indica claramente, que en este aspecto, el proletariado de París fue sumamente débil para iniciar una lucha decidida y manifestaba “la alegría del mal ajeno” por la destrucción y la insignificancia de todas las fracciones del “partido conservador” (“Thiers, Berryer, Barrot, Cavaignac, Changarnier”.)

El capitán Claude François que había sido arrestado en 1808 como integrante de una alianza secreta republicana, huyó de prisión el 23 de febrero de 1812, divulgó la falsa noticia de la muerte de Napoleón I en Rusia, se erigió en comandante de París con un decreto falso del senado y fue fusilado ante un tribunal de guerra en los días siguientes. Evidentemente, Marx quiso subrayar el carácter aventurero del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851, pero no utilizó esta comparación en el “18 Brumario”.

El contexto de la carta de Lasalle no permite dar una conclusión exacta, representa una reflexión de las formulaciones pasadas de Marx, y en todo caso, se basa en consideraciones detalladas sobre la cuestión de Estado. El subempleo de la guardia nacional burguesa contra el derecho constitucional, escribió Lasalle, ocurrió por el temor de un posible triunfo de la “republica social” como producto de luchas verdaderas. “La burguesía francesa abdicó de la dominación política de ellos, por lo cual permaneció 60 años y venció tres reinos. Asimismo, la burguesía abdica porque ella comprende y explica que la permanencia de sus instituciones económicas solo sería posible bajo la dictadura del despotismo militar!” También en este contexto fue traído un pensamiento de Hegel, el cual sin embargo no fue tomado por Marx en su obra; la consecuencia política de ello sonó en las palabras de Lasalle: “En sus últimas agonías se agrupan el régimen burgués y la adquisición privada en la simple generalidad de todas las fracciones dentro del despotismo militar y la tiranía”.

En Londres, Marx intercambió ideas con los antiguos socios de la redacción del “Neuen Rheinischen Zeitung”, Ferdinand Wolff y Wilhelm Wolff. Acordó con Ferdinand Wolff, que éste tenía que tratar los acontecimientos sueltos a través de “Revolution” de Weydemeyer, bajo el título “El derecho constitucional en Francia” (ver Marx a Weydemeyer, 19 de diciembre de 1851. En: MEGA2 III/4. Pág. 276; Die Revolution. New York. Nº 1. 6 de enero de 1852. S.8), mientras Marx se concentraba en el análisis de los desarrollos fundamentales.

La opinión de Wilhelm Wolff, valorada constantemente por Marx, es enviada por partes para el caso del derecho constitucional a través de las cartas de Wolff al Adolf Club. El 28 de noviembre de 1851, Wolff había escrito: “Por otra parte, Napoleón tiene muchas chances, si intentara un golpe”. El 5 de diciembre: “La farsa en este derecho constitucional es la imitación ridícula y literal del primer cónsul y su decreto dictado entre 1800 y 1804”. El 8/9 de diciembre: “La burguesía no se ha mantenido meramente neutral por el temor ante la república roja, sino que incluso en parte alentó el derecho constitucional… Como Napoleón se alió con el Pfaffen-resp. partido jesuita, de eso no se podría deducir simplemente que, Montalembert y su órgano jesuita ‘L´Univers’ se manifestaron de antemano por el derecho constitucional, sino que por eso, Napoleón devolvió la iglesia St. Geneviéve un domingo, en otras palabras devolvió el panteón a los Pfaffen para uso religioso. Con eso, el partido jesuita logró lo que él mismo no pudo alcanzar bajo Karl X”. (todas las cartas de Wolff transcriptas en: Club a Weydemeyer, 2 de junio de 1852, MEGA 2 III/5.) La conducta pro bonapartista del Comte de Montalembert fue marcada varias veces en el “18 Brumario”, y fue reforzada en la parte VII de su trabajo (“dominación de los Pfaffen” como una central “idée napoléonienne” de Marx).