Abajo las citas existentes de Marx y Engels sobre el lumpenproletariado para la discusión. Veinticuatro (24) en total en todos sus textos.
Más allá de la textualidad en Marx, me parece que está presente que el lumpenproletariado es definido como una clase desclazada. Es un andrajo de proletario. Las clases son las diferentes formas de ingresos de los individuos. Terrateniente, renta; capitalista, ganancia; obrero salario; y de ahí, lumpenproletariado, despojos. La etimología que hace Draper ayuda. Lumpen en alemán significa trapo, andrajo. Se podría decir: despojo de proletario. Era un proletario y no lo es más. No le da para serlo. Por eso no es considerado, porque es marginal a la relación social general. No es un tipo de ingreso en sí. Vive de las sobras.
En las citas se puede ver como una parte del proletariado que ha dejado de serlo por no vivir de un salario. Su forma de vida es vivir de despojos. Y —contra lo planteado por Stallybrass— no es que Marx cambio de definición, sino todo lo contrario. Que la conciencia está determinada por la forma de vida, por la forma de los ingresos, está más que claro en todas estas citas de Marx. Por eso dice, viven de pillaje, robo, despojos, etc. son tipos disponibles para lo que sea. De ahí sus acciones, y por tanto su forma de percibirse a sí mismo y al mundo. Por eso su disponibilidad política para Luis Napoleón o para el fascismo más adelante. Viven de lo que puedan. Lo que se les ofrece, les cabe. No tiene nada fijo. No viven de los atributos de su fuerza de trabajo. Ni de su capital puesto en producción o a interés. Su determinación económica tiene una forma política en la que se expresa. Por eso la explicación que se basa en el lumpenproletariado afirmado por su papel social o político (Bottomore) o, por otro lado, por la conciencia que se tiene y, por tanto, lo define en sí como tal, no pareciera tener sustento en esta textualidad.
Bibiografía
Stallybrass, Peter Marx y la heterogeneidad. Pensando en el lumpenproletariado. Ojo Mocho n º 15. Argentina. 2000
Draper, Hal Karl Marx´s Theory of Revolution. Volume 2 : The lumpen class versus the proletariat. Pág. 453 a 478.
Bottomore, Tom, Diccionario Pensamento Marxista. Editado por Tomo Bottomore. Lumpenproletariado, pág. 223. Jorge Zahar Editor. Rio de Janeiro 1988
MARX Y ENGELS SOBRE EL LUMPROLETARIADO[1]:
1) Lucha de clases en Francia. De enero de 1850
I. La derrota de junio de 1848
Mientras la aristocracia financiera hacía las leyes, regentaba la administración del Estado, disponía de todos los poderes públicos organizados y dominaba a la opinión pública mediante la situación de hecho y mediante la prensa, se repetía en todas las esferas, desde la corte hasta el café borgne [*], la misma prostitución, el mismo fraude descarado, el mismo afán por enriquecerse, no mediante la producción, sino mediante el escamoteo de la riqueza ajena ya creada. Y señaladamente en las cumbres de la sociedad burguesa se propagó el desenfreno por la satisfacción de los apetitos más malsanos y desordenados, que a cada paso chocaban con las mismas leyes de la burguesía; desenfreno en el que, por ley natural, va a buscar su satisfacción la riqueza procedente del juego, desenfreno por el que el placer se convierte en crápula y en el que confluyen el dinero, el lodo y la sangre. La aristocracia financiera, lo mismo en sus métodos de adquisición, que en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpemproletariado[S1] en las cumbres de la sociedad burguesa.
Las fracciones no dominantes de la burguesía francesa clamaban: ¡Corrupción! El pueblo gritaba: A bas les grands voleurs! A bas les assassins!. Cuando en 1847, en las tribunas más altas de la sociedad burguesa, se presentaban públicamente los mismos cuadros que por lo general llevan al lumpemproletariado[S2] y a los prostíbulos, a los asilos y a los manicomios, ante los jueces, al presidio y al patíbulo. La burguesía industrial veía sus intereses en peligro; la pequeña burguesía estaba moralmente indignada; la imaginación popular se sublevaba. París estaba inundado de libelos: "La dynastie Rothschild" [*]**, "Les juifs rois de l'époque" [*]***, etc., en los que se denunciaba y anatemizaba, con más o menos ingenio, la dominación de la aristocracia financiera.
Lazzaroni: sobrenombre que se daba en Italia al lumpenproletariado[S3] , elementos desclasados. Los lazzaroni fueron utilizados reiteradas veces por los medios monárquico-reaccionarios en la lucha contra el movimiento liberal y democrático.
IV. La abolición del sufragio universal en 1850
El Gobierno provisional formo con este fin 24 batallones de Guardias Móviles, de mil hombres cada uno, integrados por jóvenes de 15 a 20 años. Pertenecían en su mayor parte al lumpemproletariado[S4] , que en todas las grandes ciudades forma una masa bien deslindada del proletariado industrial. Esta capa es un centro de reclutamiento para rateros y delincuentes de todas clases, que viven de los despojos de la sociedad, gentes sin profesión fija, vagabundos, gens sans feu et sans aveu, que difieren según el grado de cultura de la nación a que pertenecen, pero que nunca reniegan de su carácter de lazzaroni; en la edad juvenil, en que el Gobierno provisional los reclutaba, eran perfectamente moldeables, capaces tanto de las hazañas más heroicas y los sacrificios más exaltados como del bandidaje más vil y la más sucia venalidad. El Gobierno provisional les pagaba un franco y 50 céntimos al día, es decir, los compraba. Les daba uniforme propio, es decir, los distinguía por fuera de los hombres de blusa. Como jefes se les destinaron, en parte, oficiales del ejército permanente y, en parte, eligieron ellos mismos a jóvenes hijos de burgueses, cuyas baladronadas sobre la muerte por la Patria y la abnegación por la República les seducían.
Esta sucia figura se equivocaba también acerca de las causas que la iban revistiendo cada vez más con el carácter de hombre indispensable. Mientras que su partido tenía la perspicacia suficiente para achacar a las circunstancias la creciente importancia de Bonaparte, ésta creía deberla exclusivamente a la fuerza mágica de su nombre y a su caricaturización ininterrumpida de Napoleón. Cada día se mostraba más emprendedor. A las peregrinaciones a St. Leonards y Wiesbaden opuso sus jiras por toda Francia. Los bonapartistas tenían tan poca confianza en el efecto mágico de su personalidad, que mandaban con él a tadas partes, como claque, a gentes de la Sociedad del 10 de Diciembre —la organización del lumpemproletariado[S5] parisino—, empaquetándolas a montones en los trenes y en las sillas de posta. Ponían en boca de su marioneta discursos que, según el recibimiento que se le hacía en las distintas ciudades, proclamaban la resignación republicana o la tenacidad perseverante como lema de la política presidencial. Pese a todas las maniobras, estos viajes distaban mucho de ser triunfales.
2) 18 Brumario de Luis Bonaparte. Diciembre de 1851 - marzo de 1852.
I.
A la monarquía burguesa de Luis Felipe sólo puede suceder la república burguesa; es decir que si en nombre del rey, había dominado una parte reducida de la burguesía, ahora dominará la totalidad de la burguesía en nombre del pueblo. Las reivindicaciones del proletariado de París son paparruchas utópicas, con las que hay que acabar. El proletariado de París contestó a esta declaración de la Asamblea Nacional Constituyente con la insurrección de junio, el acontecimiento más gigantesco en la historia de las guerras civiles europeas. Venció la república burguesa. A su lado estaban la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses, el ejército, el lumpemproletariado[S6] organizado como Guardia Móvil, los intelectuales, los curas y la población del campo. Al lado del proletariado de París no estaba más que él solo. Más de 3.000 insurrectos fueron pasados a cuchillo después de la victoria y 15.000 deportados sin juicio. Con esta derrota, el proletariado pasa al fondo de la escena revolucionaria. Tan pronto como el movimiento parece adquirir nuevos bríos, intenta una vez y otra pasar nuevamente a primer plano, pero con un gasto cada vez más débil de fuerzas y con resultados cada vez más insignificantes. Tan pronto como una de las capas sociales superiores a él experimenta cierta efervescencia revolucionaria, el proletariado se enlaza a ella y así va compartiendo todas las derrotas que sufren unos tras otros los diversos partidos. pero estos golpes sucesivos se atenúan cada vez más cuanto más se reparten por toda la superficie de la sociedad.
IV
Así la proposición de crear un Banco para conceder créditos de honro a los obreros. Obtener dinero regalado y prestado: he aquí la perspectiva con que esperaba que las masas picasen el anzuelo. Regalar y recibir prestado: a eso se limita la ciencia financiera del lumpemproletariado[S7] , lo mismo del distinguido que del vulgar. A esto se limitaban los resortes que Bonaparte sabía poner en movimiento. Jamás un pretendiente ha especulado más simplemente sobre la simpleza de las masas.
V
Lo mismo que en 1849, durante las vacaciones parlamentarias de este año, el partido del orden se había dispersado en sus distintas fracciones, cada cual ocupada con sus propias intrigas restauradoras, a los que la muerte de Luis Felipe daba nuevo pábulo. El rey de los legitimistas, Enrique V, había llegado incluso a nombrar un ministerio formal, que residía en París y del que formaban parte miembros de la comisión permanente, Bonaparte quedaba, pues, autorizado para emprender a su vez giras por los departamentos franceses y dejar escapar, recatada o abiertamente, según el estado de ánimo de la ciudad a la que regalaba con su presencia, sus propios planes de restauración, reclutando votos para sí. En estas giras, que el gran Moniteur oficial y los pequeños «monitores» privados de Bonaparte, tenían, naturalmente, que celebrar como cruzadas triunfales, le acompañaban constantemente afiliados de la Sociedad del 10 de Diciembre. Esta sociedad data del año 1849. Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado[S8] de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y en general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de Diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora. Este Bonaparte, que se erige en jefe del lumpemproletariado[S9] , que sólo en éste encuentra reproducidos en masa los intereses, que él personalmente persigue, que reconoce en esta hez, desecho y escoria de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse sin reservas, es el auténtico Bonaparte, el Bonaparte sans phrase. Viejo roué ladino, concibe la vida histórica de los pueblos y los grandes actos de Gobierno y de Estado como una comedia, en el sentido más vulgar de la palabra, como una mascarada, en que los grandes disfraces y los frases y gestos no son más que la careta para ocultar lo más mezquino y miserable. Así, en su expedición a Estrasburgo, el buitre suizo amaestrado desempeñó el papel de águila napoleónica. Para su incursión en Boulogne, embute a unos cuantos lacayos de Londres en uniformes franceses. Ellos representan el ejército. En su Sociedad del 10 de Diciembre, reunió a 10.000 miserables del lumpen[S10] , que habían de representar al pueblo, como Nick Bottom representaba el león. En un momento en que la misma burguesía representaba la comedia más completa, pero con la mayor seriedad del mundo, sin faltar a ninguna de las pedantescas condiciones de la etiqueta dramática francesa, y ella misma obraba a medias engañada y a medias convencida de la solemnidad de sus acciones y representaciones dramáticas, tenía que vencer por fuerza el aventurero que tomase lisa y llanamente la comedia como tal comedia. Sólo después de eliminar a su solemne adversario, cuando él mismo toma en serio su papel imperial y cree representar, con su careta napoleónica, al auténtico Napoleón, sólo entonces es víctima de su propia concepción del mundo, el payaso serio que ya no toma a la historia universal por una comedia, sino su comedia por la historia universal. Lo que para los obreros socialistas habían sido los talleres nacionales y para los republicanos burgueses los gardes mobiles, era para Bonaparte la Sociedad del 10 de Diciembre: la fuerza combativa de partido propia de él. Las secciones de esa sociedad, enviadas por grupos a las estaciones debían improvisarle en sus viajes un público, representar el entusiasmo popular, gritar Vive l'Empereur!, insultar y apalear a los republicanos, naturalmente bajo la protección de la policía. En sus viajes de regreso a París, debían formar la vanguardia, adelantarse a las contramanifestaciones o dispersarlas. La Sociedad del 10 de Diciembre le pertenecía a él, era su obra, su idea más primitiva. Todo lo demás de que se apropia se lo da la fuerza de las circunstancias, en todos sus hechos actúan por él las circunstancias o se limita a copiarlo de los hechos de otros; pero Bonaparte que se presenta en público, ante los ciudadanos, con las frases oficiales del orden, la religión, la familia, la propiedad, y detrás de él la sociedad secreta de los Schuftele y los Spielberg, la sociedad del desorden, la prostitución y el robo, es el propio Bonaparte como autor original, y la historia de la Sociedad del 10 de Diciembre es su propia historia. Se había dado el caso de que representantes del pueblo pertenecientes al partido del orden habían sido apaleados por los decembristas. Más aún. El comisario de policía, Yon, adscrito a la Asamblea Nacional y encargado de la vigilancia de su seguridad, denunció a la comisión permanente, basándose en el testimonio de un tal Alais, que una sección de decembristas había acordado asesinar al general Changarnier y a Dupin, presidente de la Asamblea Nacional, estando ya elegidos los individuos encargados de ejecutar este acuerdo. Se comprenderá el terror del señor Dupin. Parecía inevitable una investigación parlamentaria sobre la Sociedad del 10 de Diciembre, es decir, la profanación del mundo secreto bonapartista. Por eso, precisamente, Bonaparte disolvió prudentemente su sociedad, claro está que sólo sobre el papel, pues todavía a fines de 1851, el prefecto de policía Carlier, en una extensa memoria, intentaba en vano moverle a disolver realmente a los decembristas.
En vez de aprovecharse del supuesto plan de asesinato para abrir una investigación sobre la Sociedad del 10 de Diciembre y desenmascarar irremisiblemente a Bonaparte ante Francia y ante Europa, presentándolo en su verdadera faz, como la cabeza del lumpemproletariado[S11] de París, deja que la colisión descienda a un punto en que ya lo único que se ventila entre ella y el ministro de Interior es quién tiene competencia para nombrar y separar a un comisario de la policía.
Bonaparte, que precisamente como bohémien, como lumpemproletariado[S12] principesco, le llevaba al truhán burgués la ventaja de que podía librar la lucha con medios rastreros, vio ahora, después de que la propia Asamblea le había ayudado a cruzar, llevándole de la mano, el suelo resbaladizo de los banquetes militares, de las revistas, de la Sociedad del 10 de Diciembre y, por último, del Code pénal, llegado el momento en que podía pasar de la aparente defensiva a la ofensiva. Las pequeñas derrotas del ministro de Marina, del ministro de Hacienda, que se le atravesaban en el camino y con las que la Asamblea Nacional hacía manifiesto su descontento gruñón, no le molestaban gran cosa. No sólo impidió que los ministros dimitiesen, reconociendo con ello la subordinación del poder ejecutivo al parlamento, sino que ahora puedo llevar ya a efecto la obra que había comenzado durante las vacaciones de la Asamblea Nacional; desgajar del parlamento el poder militar, destituir a Changarnier.
VII
La burguesía francesa, que se rebelaba contra la dominación del proletariado trabajador, encumbró en el poder al lumpemproletariado[S13] , con el jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre a la cabeza. La burguesía mantenía a Francia bajo el miedo constante a los futuros espantos de la anarquía roja; Bonaparte descontó este porvenir cuando el 4 de diciembre hizo que el ejército del orden, animado por el aguardiente, disparase contra los distinguidos burgueses del Boulevard Montmartre y del Boulevard des Italiens, que estaban asomados a las ventanas. La burguesía hizo la apoteosis del sable, y el sable manda sobre ella.
Finalmente, el punto culminante de las idées napoléoniennes es la preponderancia del ejército. El ejército era el point d'honneur de los campesinos parcelarios, eran ellos mismos convertidos en héroes, defendiendo su nueva propiedad contra el enemigo de fuera, glorificando su nacionalidad recién conquistada, saqueando y revolucionando el mundo. El uniforme era su ropa de gala; la guerra su poesía; la parcela, prolongada y redondeada en la fantasía, la patria, y el patriotismo la forma ideal del sentido de la propiedad. Pero los enemigos contra quienes ahora tiene que defender su propiedad el campesino francés no son los cosacos, son los alguaciles y los agentes ejecutivos del fisco. La parcela no está ya enclavada en lo que llaman patria, sino en el registro hipotecario. El mismo ejército ya no es la flor de la juventud campesina, sino la flor del pantano del lumpemproletariado[S14] campesino. Está formado en su mayoría por remplaçants, por sustitutos, del mismo modo que el segundo Bonaparte no es más que el remplaçant, el sustituto de Napoleón. sus hazañas heroicas consisten ahora en las cacerías y batidas contra los campesinos, en el servicio de gendarmería, y si las contradicciones internas de su sistema lanzan al jefe de la Sociedad del 10 de diciembre del otro lado de la frontera francesa, tras algunas hazañas de bandidaje el ejército no cosechará precisamente laureles, sino palos.
Bonaparte, como poder ejecutivo convertido en fuerza independiente, se cree llamado a garantizar el «orden burgués». Pero la fuerza de este orden burgués está en la clase media. Se cree, por tanto, representante de la clase media y promulga decretos en este sentido. Pero si es algo, es gracias a haber roto y romper de nuevo diariamente la fuerza política de esta clase media. Se afirma, por tanto, como adversario de la fuerza política y literaria de la clase media. Pero, al proteger su fuerza material, engendra de nuevo su fuerza política. Se trata, por tanto, de mantener viva la causa, pero de suprimir el efecto allí donde éste se manifieste. Pero esto no es posible sin una pequeña confusión de causa y efecto, pues al influir el uno sobre la otra y viceversa, ambos pierden sus características distintivas. Nuevos decretos que borran la línea divisoria. Bonaparte se reconoce al mismo tiempo, frente a la burguesía, como representante de los campesinos y del pueblo en general, llamado a hacer felices dentro de la sociedad burguesa a las clases inferiores del pueblo. Nuevos decretos, que estafan de antemano a los «verdaderos socialistas» su sabiduría de gobernantes. Pero Bonaparte se sabe ante todo jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre, representante del lumpemproletariado[S15] , al que pertenece él mismo, su entourage, su Gobierno y su ejército, y al que ante todo le interesa beneficiarse a sí mismo y sacar premios de lotería californiana del Tesoro público. Y se confirma como jefe de la Sociedad del 10 de Diciembre con decretos, sin decretos y a pesar de los decretos.
La industria y el comercio, es decir, los negocios de la clase media, deben florecer como planta de estufa bajo el Gobierno fuerte. Se otorga un sinnúmero de concesiones ferroviarias. Pero el lumpemproletariado[S16] bonapartista tiene que enriquecerse. Manejos especulativos con las concesiones ferroviarias en la Bolsa por gentes iniciadas de antemano. Pero no se presenta ningún capital para los ferrocarriles. Se obliga al Banco a adelantar dinero a cuenta de las acciones ferroviarias. Pero, al mismo tiempo, hay que explotar personalmente al Banco, y, por tanto, halagarlo. Se exime al Banco del deber de publicar semanalmente sus informes. Contrato leonino del Banco con el Gobierno. Hay que dar trabajo al pueblo. Se ordenan obras públicas. Pero las obras públicas aumentan las cargas tributarias del pueblo. Por tanto, rebaja de los impuestos mediante un ataque contra los rentistas, convirtiendo las rentas al 5 por 100 en renta al 4,5 por 100. Pero hay que dar un poco de miel a la burguesía. Por tanto, se duplica el impuesto sobre el vino para el pueblo, que lo bebe al por menor, y se rebaja a la mitad para la clase media, que lo bebe al por mayor. Se disuelven las asociaciones obreras existentes, pero se prometen milagros de asociación para e porvenir. Hay que ayudar a los campesinos: Bancos hipotecarios, que aceleran su endeudamiento y la concentración de la propiedad. Pero a estos Bancos hay que utilizarlos para sacar dinero de los bienes confiscados de la casa de Orleans. No hay ningún capitalista que se preste a esta condición, que no figura en el decreto, y el Banco hipotecario se queda reducido a mero decreto, etc.
3) Ideología Alemana. Capitulo 1. 1845-1846.
En Italia, por el contrario, por virtud de la concentración de la propiedad territorial (determinada, además de la compra de tierras y el recargo de deudas de sus cultivadores, por la herencia, ya que, a consecuencia de la gran ociosidad y de la escasez de matrimonios, los viejos linajes iban extinguiéndose 3 poco a poco y sus bienes quedaban reunidos en pocas manos) y de la transformación de las tierras de labor en terrenos de pastos (provocada, aparte de las causas económicas normales todavía en la actualidad vigentes, por la importación de cereales robados y arrancados en concepto de tributos y de la consiguiente escasez de consumidores para el grano de Italia), casi desapareció la población libre y los mismos esclavos morían en masa por inanición, y tenían que ser reemplazados constantemente por otros nuevos. La esclavitud seguía siendo la base de toda la producción. Los plebeyos, que ocupaban una posición intermedia entre los libres y los esclavos, no llegaron a ser nunca más que una especie de lumpen proletariado[S17] . Por otra parte y en general, Roma nunca fue más que una ciudad, que mantenía con las provincias una relación casi exclusivamente política, la cual, como es natural, podía verse rota o quebrantada de nuevo por acontecimientos de orden político.
Con el desarrollo de la propiedad privada, surgen los esclavos, no llegaron a ser nunca más que una especie de lumpen proletariado[S18] .
4) El capital. capítulo 23. La ley general de la acumulación capitalista. 1867.
El sedimento más bajo de la sobrepoblación relativa se aloja, finalmente, en la esfera del pauperismo. Se compone prescindimos aquí de vagabundos, delincuentes, prostitutas, en suma, del lumpemproletariado[S19] propiamente dicho de tres categorías ggg. La primera la constituyen personas aptas para el trabajo. Basta con lanzar una mirada superficial sobre las estadísticas del pauperismo inglés para encontrar que su masa se engruesa con cada crisis y decrece con cada reanimación de los negocios. La segunda: huérfanos e hijos de indigentes. Son candidatos al ejército industrial de reserva y en épocas de gran prosperidad hhh, como por ejemplo en 1860, se los alista rápida y masivamente en el ejército obrero activo. La tercera: personas degradadas, encanallecidas, incapacitadas de trabajar. Se trata, en especial, de obreros iii que sucumben por la falta de movilidad a que los condena la división del trabajo, de personas que viven más allá de la edad normal de un obrero, y por último de las víctimas de la industria, cuyo número se acrecienta con la maquinaria peligrosa, la expansión de la minería, de las fábricas químicas, etc.: mutilados, enfermos crónicos, viudas, etc. El pauperismo constituye el hospicio de inválidos del ejército obrero activo y el peso muerto del ejército industrial de reserva. Su producción [803] está comprendida en la producción de la pluspoblación jjj, su necesidad en la necesidad de ésta, conformando con la misma una condición de existencia de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza. Figura entre los faux frais [gastos varios] de la producción capitalista, gastos que en su mayor parte, no obstante, el capital se las ingenia para sacárselos de encima y echarlos sobre los hombros de la clase obrera y de la pequeña clase media.
3ª y 4ª ediciones la frase dice así: "Prescindiendo de vagabundos, delincuentes, prostitutas, en suma, del lumpemproletariado[S20] propiamente dicho, esta capa de la sociedad se compone de tres categorías".
5) Manifiesto Comunista. 1848.
El proletariado andrajoso[S21] , esa putrefacción pasiva de las capas más bajas de la vieja sociedad, se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución proletaria, si bien las condiciones todas de su vida lo hacen más propicio a dejarse comprar como instrumento de manejos reaccionarios.
Das Lumpenproletariat[S22] , diese passive Verfaulung der untersten Schichten der alten Gesellschaft, wird durch eine proletarische Revolution stellenweise in die Bewegung hineingeschleudert, seiner ganzen Lebenslage nach wird es bereitwilliger sein sich zu reaktionären Umtrieben erkaufen zu lassen.
6) F. Engels Prefacio a La guerra campesina en Alemania Prefacio a la segunda edición de 1870
Pero tampoco el proletariado ha salido aún de ese estado que permite establecer un paralelo con 1525. La clase que depende exclusivamente del salario toda su vida se halla aún lejos de constituir la mayoría del pueblo alemán. Por eso, también tiene que buscarse aliados. Y sólo los puede buscar entre los pequeños burgueses, el lumpemproletariado[S23] de las ciudades, los pequeños campesinos y los obreros agrícolas.
El lumpemproletariado[S24] , esa escoria integrada por los elementos desmoralizados de todas las capas sociales y concentrada principalmente en las grandes ciudades, es el peor de los aliados posibles. Ese desecho es absolutamente venal y de lo más molesto. Cuando los obreros franceses escribían en los muros de las casas durante cada una de las revoluciones: «Mort aux voleurs!» ¡Muerte a los ladrones!, y en efecto fusilaban a más de uno, no lo hacían en un arrebato de entusiasmo por la propiedad, sino plenamente conscientes de que ante todo era preciso desembarazarse de esta banda. Todo líder obrero que utiliza a elementos del lumpemproletariado[S25] para su guardia personal y que se apoya en ellos, demuestra con este solo hecho que es un traidor al movimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario