lunes, 7 de febrero de 2011

Sciarretta traductor de El Capital. Un comentario.


Sciarretta traductor de El Capital. Un comentario.
Quizás la traducción del argentino Raúl Sciarretta de los cuatro primeros capítulos de El Capital sea la más desconocida de la obra magna de Karl Marx. Tremendo favor a este olvido ha jugado el propio desarrollo de Scierretta del marxismo hacia el psicoanálisis. Sin embargo, el lugar central de este olvido lo ocupa el lapidario comentario de la introducción de la edición de siglo XXI[1] a su traducción[2]. Ahí Pedro Scaron, traductor de la edición de siglo XXI[3], fulminantemente sentencia: “No nos referimos aquí a la efectuada por un equipo de traductores anónimos supervisados por Raúl Sciarretta (Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1973) ya que la misma hasta ahora sólo se ha publicado un volumen que comprende los capítulos I-IV, precedidos de una introducción teórica de Louis Althusser en la que se recomienda “dejar deliberadamente de lado en una primera lectura”, los capítulos I-III. Hemos seguido el consejo” (XXVIII y XXIX) [4].
Entiendo que esta desacreditación de la traducción de Sciarretta es totalmente injustificada. No solamente es una traducción fluida, con expresiones creativas, sino que también Sciarretta hace, de El Capital, una lectura claramente legible de un texto de por sí complejo. Su límite —entiendo— no es su althusserianismo mal citado, sino su exceso de creatividad. Consideremos este comentario más en detalle.
Sciarretta no era un advenedizo en el oficio de traductor. Fue alguien bien reconocido, de larga trayectoria intelectual y formador de innumerable cantidad de intelectuales en grupos de estudio en la Argentina. Hasta el día de hoy, pasados muchos años de su muerte, quienes se han formado con él siguen reconociéndolo como su maestro. Su traducción refleja esa experiencia. Un ejemplo de claridad es este:
“el carácter místico de la mercancía no proviene pues, de su valor de uso, como tampoco proviene de las determinaciones de valor. En primer lugar, por diferentes que sean los trabajos útiles o las actividades productivas, es una verdad (wahrheit) fisiológica que son funciones del organismo humano, y que cada una de estas funciones, sea cual fuere su contenido y su forma, son esencialmente gasto de cerebro, nervios, órganos sensoriales, etc. humanos. (pág. 115)”
Para la edición de Siglo XXI lo que es una verdad fisiológica es:
“constituye una verdad, desde el punto de vista fisiológico” (pág. 21).
Lo que es verdad, tal como Sciarretta lo traduce, para Scaron es simple punto de vista. Cabría preguntarse cuales serían los otros puntos de vista que no están señalados por Marx.Otro ejemplo relevante de esta capacidad es el siguiente:
“hasta qué punto el fetichismo adherido al mundo de las mercancías, o sea la apariencia objetiva de las determinaciones sociales del trabajo logran engañar a gran parte de los economistas, lo demuestra entre otras cosas, la tediosa y necia querella acerca del papel de la naturaleza en la formación del valor de cambio (pág. 127).

Sciarretta lo pone con las letras: el fetichismo “engaña” a los economistas. Así efectivamente lo nombra Marx (getauscht wird, 4ª Edición alemana pág. 49). Lo que para Siglo XXI es "encandila", por tanto nubla la vista, para Sciarretta es directamente un engaño. Esto me llevo a reflexionar si es un problema de conciencia del economista, o si él mismo se deja engañar. Marx parecería estar diciendo que es engañado y, por tanto, su conciencia interpreta de una forma que la relación social le impone. La pregunta que quedaría pendiente es ¿podría ver otra cosa? La traducción de Sciarretta ayuda a pensar estos problemas aparentes.
Pero Sciarretta comete algunos excesos. Al igual que Marx deja en castellano todas las expresiones en otros idiomas que no esten en el original alemán. Esto hace a veces incomprensible algunos párrafos. Algunos ejemplos: “París bien vaut une mes” (pág. 90), “toto coelo (pág. 118)”, entre otras. En un caso particular deja abiertamente la palabra en alemán sin traducirla, pero no haciendo ninguna aclaración al respecto:

“Todas sus beschafenheiten sensibles quedan canceladas”. (pág. 70)

¿Porque no traduce del alemán sin ninguna aclaración editorial? Una hipótesis es que expresa mejor el carácter de calidad que llamarlo "propiedad" como Siglo XXI, aunque sería un matiz —quizás— no del todo relevante. Además Sciarretta comete un error. Como substantivo debería ir en mayúscula como esta en el idioma original, si así quería plasmarlo.
Un ejemplo más de limpieza en su redacción:

“precisamente porque son relaciones de dependencia personal las que constituyen el fundamento social dado, los trabajos y los productos no necesitan adoptar una forma fantástica distinta de su realidad (pág. 123).

En la generalidad de los casos mi opinión es que, lo que en Siglo XXI aparece enrevesado, Sciarretta lo hace más sencillo y de fácil lectura.
Sin embargo en algunos casos se aferra demasiado a ciertos términos. El ejemplo significativo es el uso excesivo de cosificarse, confundiendo Gallerte/Gelatina con cristalización y cosificación. Por ejemplo:

“Consideremos pues el residuo de los productos del trabajo. Nada queda de ellos fuera de una misma objetividad fantasmal, un simple coaguló de trabajo humano carente de diferencia, es decir, empleo de fuerza humana de trabajo sin atender para nada a la forma en que es fuerza se emplee. Estas cosas ponen solo de manifiesto que en su producción se ha insumiso fuerza humana de trabajo, que se ha acumulado fuerza humana de trabajo. Como cristales [Gallerte] de esta sustancia social común a ellas, las mercancías son valores, valores-mercancía.” (pág. 71)
“En la expresión del valor del lienzo, la utilidad del trabajo del sastre no consiste en que haga hábitos y consecuentemente al monje, sino en que hace un cuerpo al que basta verlo para saber que es un valor, por lo tanto un coaguló [Gallerte] de trabajo que en nada se diferencia del trabajo objetivado en el valor del lienzo (pág. 97)”

Roces, en la edición de Fondo de Cultura Económica, también confunde en varias oportunidades llamando cristalización a lo que Marx explícitamente llama gelatina. La diferencia sustancial es que una esta inmóvil y la otra tiene propiedades más amorfas, en movimiento, aunque ambas tienen sustancialidad material clara.
Un grave problema que tiene esta traducción es la edición. Notas al final del libro, sin notas y aclaraciones del traductor, y sin mención alguna a qué original corresponde la traducción, hace la lectura más dificultosa. Esta edición de los primeros cuatro capítulos de El Capital, no hace mención alguna a cuál fue el original que se utilizó. No sabemos al leer el texto, si la traducción fue realizada de que edición, ¿la edición francesa?, ¿la segunda edición de El Capital, o a la cuarta edición alemana? Tampoco se hace ninguna mención a si se cotejó con otras traducciones anteriores, y si esta traducción se encara por ciertas debilidades en los textos anteriores que esta traducción pretendería superar. En fin, no existe ninguna referencia, ni siquiera mínima respecto de la condiciones de la traducción. Tal es el vació de referencias, que parece haber sido solamente supervisada por Sciarretta, no existiendo mención alguna a quienes más conformaron el equipo de traducción. Esta falta de referencias de un texto clave de la historia del pensamiento, genera una falla fundamental para su evaluación, más teniendo en cuenta la existencia previa de ocho traducciones. Esta falta de criterios de edición en la traducción de El Capital, contrasta con el cuidado detalle de referencias en las citas correspondientes al texto de Althusser “Palabras a los lectores del libro I de El Capital”. Las citas de Althusser contienen las referencias de bibliografía sugerida por el autor al que se incorporó un detalle exhaustivo de las diversas ediciones castellanas existentes de los libros sugeridos. Este trabajo se opone claramente con las citas de El Capital que solo se mencionan las del original de Karl Marx. Dificultad aún mayor presentan las citas al final del texto, lo que obstaculiza la lectura más aún en el caso de El Capital donde Marx suele realizar citas relevantes para el contenido y, en algunos casos, de cierta extensión.
Realice un primer análisis parcial para evaluar en qué versión de El Capital basó Sciarretta su traducción. Los párrafos analizados sugieren que el original correspondería a la cuarta edición alemana. Descarte primero la versión francesa, ya que es sabido el conocimiento profundo de esa lengua que Sciarretta tenía. La elección de dos párrafos, a modo de muestra sustentan estas conclusiones parciales.

“Una mercancía dada, un quarter de trigo por ejemplo se cambia en diferentes proporciones por otras mercancías, v gr: por x betún, por y seda, por z oro, etc. El trigo tiene múltiples valores de cambio. Pero con x betún, y seda, z oro, etc. tiene que ser valores de cambio permutables los unos por los otros, o iguales entre sí. De donde sigue: en primer lugar, que los diversos valores de cambio de una misma mercancía expresan todos ellos algo igual; segundo, que el valor de cambio solo puede ser, en general, el modo de expresión de un contenido diferenciable de él, su “forma de manifestación”. (pág. 69).
En principio este párrafo nos señala que seguramente la traducción no corresponde a la segunda edición alemana. Las diferencias en este párrafo entre la cuarta edición y la segunda edición alemana son significativas. La traducción de Scaron muestra con claridad una en el cuerpo del texto y nueva edición en nota. La diferencia esencial está entre la segunda edición que plantea “que su “valor de cambio de mantiene inalterado”, y la cuarta edición “el trigo tiene múltiples valores de cambio[5].
También este párrafo nos sirve para descartar que el original se trataría de la edición francesa.
“Una mercancía determinada, un quarter de trigo, por ejemplo se cambia en las proporciones más diversas por otros artículos. Pero su valor de cambio permanece inmutable, sea cual fuere la manera en que se lo exprese, en x betún, y seda z oro, etc. Por consiguiente debe tener un contenido distinto de esas diferentes expresiones.” (Traducción Floreal Mazía, pág. 56)
“Une merchandise particulière, un quarteron de froment, par exemple, s´échange dans les proportions les plus diverses avec dáutres articles. Cependat sa valeur d´échange reste immuable, de quelque maniére quón léxprime, en x cirage, y soie. z or, et ainsi de suite. Elle doit donc avoir un contn distinct de ces expressions diverses”. (MEGA II/7, pág. 21, Le Capital, J. Roy, pág. 14)
La edición francesa es una versión pequeñamente modificada de la segunda alemana, como puede verse arriba. Los cambios tomados por Engels incorporados a la cuarta edición alemana, corresponden a notas al margen y párrafos aparte respecto de una relectura de Marx de la traducción francesa.
Por último volvamos al comentario de la edición de Siglo XXI sobre la supuesta sugerencia de Althusser. Scaron afirma que Althusser sugiere “descartar” la lectura de los tres primeros capítulos. Pero si se ponen en conjunto las series de recomendaciones dadas por por el filósofo francés, solo sugiere leer en profundidad la sección primera una vez leídas “varias veces” las otras secciones, y encarar, ahí, una lectura profunda de la primera sección. Al contrario de lo afirmado por Siglo XXI, cuando parecería decir que no se lea la sección primera, lo que termina remarcando es su dificultad y la mayor intensidad de lectura que hay que dedicarle para su real apropiación por parte del lector.

Dejar deliberadamente de lado, en una primera lectura, la sección I (la mercancía y la moneda).” (Introducción de Althusser en la traducción de Sciarretta, pág. 25)
“Doy pues el siguiente consejo: poner PROVISORIAMENTE entre paréntesis toda la sección I, y comenzar la lectura por la sección II: la transformación del dinero en capital.” (Introducción de Althusser en la traducción de Sciarretta, pág. 17 y 18).
Mi opinión es que es válida la objeción de Scaron sobre la imposibilidad de dejar provisoriamente la sección primera para entender el desarrollo posterior de la obra. Este saltear, propuesto por Althusser, cercena el propio método de exposición desplegado por Marx, mutilando su capacidad explicativa. Sin embargo, la afirmación de Althusser en ningún momento dice no leerla. Todo lo contrario. Sugiere su reposo momentáneo. Este comentario —entiendo— debe ser tomado como una simple estrategia de lectura que de ninguna manera habilita para descartar de plano la traducción de Sciarretta. Sí, queda en evidencia en esta edición de Corregidor, que su traducción tiene el sentido de impulsar fuertemente toda la interpretación de Althusser respecto del libro de Marx más allá de esta simple recomendación de forma de lectura. La propia cantidad y proporción de hojas que el libro guarda entre la introducción del filósofo francés, y los cuatro primeros capítulos, nos pone delante de la diferencia de cualidad. Aparentemente, no importarían tanto los capítulos de Marx, como si la lectura que de ella hace Althusser[6]. Este criterio está reflejado en los problemas de la edición señalados arriba.
Más allá de estas críticas, la fluidez señalada y el profundo conocimiento de nuestra lengua castellana, hacen que la lectura de El Capital de Karl Marx según Sciarretta siga valiendo la pena.

Diego Cano

Referencias:





[1] Según mi relevamiento, la traducción del equipo de Pedro Scaron para siglo XXI es la decima (10) traducción al castellano del tomo 1 de El Capital, siendo la de Raúl Sciarretta la novena (9). Las anteriores fueron: 1) Primera traducción incompleta de la edición francesa de Joseph Roy por Pablo Correa y Zafrilla aparecida en 1886 en el diario La República de España. 2) Segunda traducción de Juan B. Justo a partir de la cuarta edición alemana que aparece en España entre 1897 y 1898. En 1918 aparece la segunda edición argentina, la cual contiene una revisión y corrección de la española según menciona Justo. 3) Tercera traducción del tomo uno (1), y primera traducción completa de los tres tomos por Manuel Pedroso de 1931. 4) Cuarta traducción a cargo de Wenceslao Roces primero para editorial CENIT de 1934-1935 del primer tomo. La traducción de Wenceslao Roces completa de los tres tomos aparece recién en 1946 en su exilio en México ahora para el Fondo de Cultura Económica (FCE). 5) Quinta traducción solo correspondiente a los tomos dos (2) y tres (3) de El Capital de la Biblioteca Nueva de Buenos Aires de Juan E. Hausner de 1946. 6) Sexta traducción como una obra colectiva de traducción por parte de la Editorial Cartago de la edición francesa realizada en el año 1956. 7) Séptima traducción de los tres tomos por parte de un grupo para la editorial EDAF de España de 1972. Los traductores mencionados son Juan Miguel Figueroa, Rodrigo Peñaloza, Miguel Angels Muñoz Moya, Aníbal Froufe, Antonio Saa, Mauro Fernández Dios, Francisco Cespo Méndez y Francisco Álvarez Velasco. 8) Octava traducción de Floreal Mazía de Editorial Cartago 1973. Esta traducción fue realizada a partir de la edición francesa de J. Roy.
[2] También debo mencionar que su pequeña tirada, de solo cinco mil ejemplares, ha jugado un papel en la poca difusión.
[3] Otra clave en este olvido es la proximidad con la edición de Siglo XXI de mayor difusión. Definitivamente la traducción de Siglo XXI tiene presencia y difusión significativas en el mundo rioplatense. Entiendo que en otros lugares de América Latina, la traducción de Wenceslao Roces, de Fondo de Cultura Económica, sigue siendo la que mayormente circula como lectura de El Capital.
[4] Advertencia del traductor, El Capital. Siglo XXI. Traductor Pedro Scaron, Nota 24, págs. XXVIII y XXIX, Ed. 1975.
[5] Néstor Pablo Lavergne plantea una discusión respecto del contenido significativamente diferente entre ambas versiones.
[6] Según los testimonios existentes respecto del desarrollo de intelectual del propio Raúl Sciarretta, de parte fundamentalmente de participantes de sus innumerables cursos que dio toda su vida, este periodo de comienzos de los setenta, se enmarcan en una clara revaloración de la posición althusseriana en el marxismo. Esta valorización del trabajo de Althusser, la cual se ve reflejada en la dedicación de sus cursos, y seguramente sean la necesidad última de encarar esta traducción aquí comentada.

1 comentario:

Alfredo Moles dijo...

Gran trabajo.
Conociendo a Althusser,es probable que no entendiera el I y lo dejara para después.
Todo lo que no entendía,para él"no existía",un soberbio que despreció a todos.Pero hay que ubicarse en los "tiempos" de Raúl,entre la clandestinidad,el no tener guita para comer y mil razones más,la proeza era su esfuerzo por hacerlo¡Salud Raúl!