lunes, 15 de noviembre de 2010

El Che de Bauer. Política, romanticismo y mitificación


El Che de Bauer. Política, romanticismo y mitificación. Comentario a la reciente película Che, un hombre nuevo, de Tristán Bauer.

Acá el link a la Revista Nueva Crónica de noviembre de 2010 donde salio publicada la crítica.


Bienvenida, finalmente, una película que parte de los postulados políticos de Ernesto Guevara. El film Che, un hombre nuevo, estrenado en los cines de Buenos Aires esta semana, tiene la virtud de plantear un relato contundente sobre las posiciones del Che. Internacionalismo proletario, lucha armada como único camino y crítica hacia la política soviética de “coexistencia pacífica” con el denominado imperialismo se destacan de forma explícita como los motivos organizadores de la propia vida de Guevara.

Esta virtud, es decir, poner delante de manera clara e inmediata los fundamentos políticos del Che, presenta el límite de quedarse en simples afirmaciones. La película enfrenta, tal vez de manera desmesurada, aspectos íntimos de su vida con pinceladas de su historia política. Los documentos originales de Ernesto Guevara que la película da conocer por primera vez apuntalan la idea de un Hombre Nuevo. Hay que reconocer que, sobre la base de estos nuevos documentos, la película logra un clima emotivo destacable. Quizás el caso más logrado es el de la lectura de Los Heraldos Negros, de César Vallejo, con la propia voz del Che en off, quien lee a su mujer como despedida antes del viaje a comandar la guerrilla en Bolivia. El film pone de fondo a esta lectura, tensa y triste, una serie de bombarderos e imágenes de guerra —muchas de Vietnam— que muestran la contradicción entre lo personal, intimo y profundo, y lo que sería el motivo político último de lucha de Guevara. Así, se termina presentando una rara mezcla de intimismo y de afirmaciones políticas abstractas.

Sin embargo, esta contradicción entre lo íntimo y lo personal, y el relato histórico de sus posiciones políticas, no solo está no resuelto, sino que la base de este planteo es apuntalar el carácter romántico de Ernesto Guevara, mitificando, en vez de aportar una nueva mirada a su compresión. Veamos el planteo más en detalle.

La promoción de la película resalta esta documentación inédita[1] encontrada por su director Tristán Bauer. Es interesante que dicha información no sea expuesta —aunque sea de manera sintética— respecto de las posiciones políticas que ayuden a explicar el porqué del desenlace que tuvo este proyecto político encarnado por Guevara. Parecería que una nueva película del Che, que se promociona aportando nuevos datos, revelaría algo novedoso; pero no. Los documentos a los que se accedió en Bolivia —desconocidos hasta ahora—, junto con las cartas y documentos personales que el Instituto Che Guevara de Cuba puso a disposición del director, refuerzan su firme voluntad y su capacidad de trabajo incansable, así como acentúan sus atributos personales que harían de él este nuevo hombre. Sin embargo, ninguno de esos documentos aporta información que ayude a desarrollar los argumentos políticos del Che.

La película, por ejemplo, destaca las capacidades de sus realizadores al acceder a los documentos vigilados por el Ejército de Bolivia, cuyos controles habían logrado sortear. Estos nuevos registros son de inmensa relevancia, ya que son reseñas de Guevara sobre libros polémicos, tales como comentarios sobre escritos de Lukács, Trotsky, Lenin y de Fidel. Pero estas reseñas, seguramente de profunda discusión política, solo se mencionan como ejemplo de su capacidad de trabajo. Ni una mención de cuál es su contenido. Dicha capacidad estaría mostrada en que mientras comandaba la guerrilla en plena selva del sudeste boliviano, el Che escribía reseñas de libros. Este mismo argumento está en contradicción con otro presentado en el film. Se hace énfasis en la capacidad de lectura de Ernesto Guevara desde muy corta edad. Sin embargo, resaltar la fuerza individual para hacer semejante tarea desdibuja la importancia política de este esfuerzo. Guevara, convencido de encarnar una potencia histórica de cambio revolucionario, hacía de su voluntad algo forjado a fuego mediante su capacidad de trabajo. No solo leía El Capital, de Karl Marx, para “justificar sus ideas” o para culturizarse, como la película parecería decir. Lo hacía porque sabía que sus propias ideas debían ser sustentadas en el conocimiento interno de las cosas que hicieran más fuerte su accionar político. La película plantearía esta división entre las ideas y la acción que el Che conocía perfectamente y que combatía. Pongamos un ejemplo de esto. Se muestra en el film que el Che tomó apuntes de La Revolución Permanente, de Trotsky[2]. Este era, en esos momentos, un libro prohibido en Cuba por el conflicto que el sector trotskista, seguidor del dirigente argentino J. Posadas, había entablado con las nuevas autoridades cubanas cada vez más cercanas a las posiciones soviéticas encarnadas en el Partido Socialista Popular cubano (PSP). No es menor este dato. El Che leía, mientras dirigía la lucha armada en Bolivia, un Trotsky perseguido por la Unión Soviética. Además, los principales partidos políticos con verdadera representación en los mineros de Bolivia (principal sector obrero del país) se decían seguidores de esta línea política, y —repitamos— este libro había sido “prohibido” en Cuba. La película pasa por alto este dato que pone de relieve el contenido político de sus lecturas. Leía aquello que le ayudaba a pensar cómo mejor desarrollar su idea de la revolución. La película, frente a semejante evidencia, solo parece decir que sus lecturas eran por simple curiosidad intelectual, separando sus propias necesidades de la necesidad política última, que era su motivo impulsor.

Pero, por sobre todo, lo más polémico de la película es lo poco que se dice sobre cómo los lineamientos políticos del Che, ya señalados, contrastaban con los intereses soviéticos y, fundamentalmente, cómo esos mismos intereses se reflejaban en el interior de la estructura política cubana repercutiendo en el futuro del proyecto político del Che. Bauer destaca que los primeros años de la revolución son “años para estudiar y debatir”, parece advertir que se va a afirmar algo polémico. Esto no significa que no se mencione dicha tensión. Todo lo contrario. Se destaca en el film el lugar y conflicto con la Unión Soviética, producto de la negociación de los misiles nucleares instalados en Cuba en 1962. Asimismo, se exhibe el discurso de Argel del Che del 25 de febrero de 1965 con una crítica furibunda a los países socialistas como “cómplices de la explotación imperial”. En la actualidad, la crítica a los soviéticos parece una visión totalmente destacable, produce una afinidad inmediata del público en general, conociéndose hoy los crímenes cometidos y su política de muralla del cambio revolucionario más que impulsor. Pero lo significativo no es lo que afirma el film, sino lo que su afirmación calla. Cuba estaba económicamente muy relacionada con la URSS, por ello, ¿cómo se podía llevar una política en América Latina contraria a los intereses soviéticos de una coexistencia pacífica con los Estados Unidos bajo esas condiciones? Hoy no hay análisis responsable que pueda obviar esta determinación esencial en el resultado del proyecto político de Ernesto Guevara puesto en práctica en Bolivia[3]. No dar cuenta de él no solo evade dar una explicación, sino que ayuda a la mitificación del personaje frente a su altura política incuestionable.

El siguiente ejemplo ilustra este rápido afirmar de lo político bañado por el color intenso de los aspectos íntimos de Guevara. La guerrilla de Ñacahuazú del Che ocupa un lugar relativo bien menor en el film. Es verdad que la película dura dos horas y que quizás la edición y el tiempo seguramente hayan sido tiranos para su director, debido a la dificultad de relatar la vida de un personaje tan intenso en tan poco tiempo. Sin embargo, se repite allí un argumento que, a la luz del propio desarrollo de la película, es por cierto contradictorio. Se afirma que Mario Monje, en ese entonces secretario general del Partido Comunista de Bolivia (PCB), “responde directamente a Moscú”. Pero, seguido a eso, se establece que había asumido compromisos con el proyecto guerrillero que no cumpliría, asestando de esta forma “un duro golpe a la planificación”. ¿El Che desconocía que respondía directamente a Moscú y que eso podría ser contrario a la guerrilla o hubo una evaluación errada por parte de Guevara del apoyo real del PCB? Ninguna de estas preguntas tiene un mínimo signo de verosimilitud. El mismo Che en su diario se encarga de responder este punto: “Como lo esperaba, la actitud de Monje fue evasiva en el primer momento y traidora después. Ya el partido está haciendo armas contra nosotros y no sé dónde llegará, pero eso no nos frenará y, quizás, a la larga, sea beneficioso (casi estoy seguro de ello). La gente más honesta y combativa estará con nosotros, aunque pasen por crisis de conciencia más o menos graves”[4]. El Che esperaba el no cumplimiento del compromiso, asumiendo que la traición era altamente probable. La pregunta que queda flotando es por qué intentó avanzar en ese acuerdo si suponía ese resultado. Esta película no solo no se pregunta nada cercano, sino que plantea un problema equivocado entre una aparente traición del PCB y su grado determinante en el resultado de la guerrilla en Bolivia.

Finalmente, es innegable que la personalidad de Ernesto Guevara lo convirtió en un hombre con los atributos para ser puesto en este lugar de esfuerzo inalcanzable, de valores y de voluntad a toda prueba. La fortaleza de esta película es, de hecho, subrayar las formas de las relaciones personales, de su actitud frente a los desafíos que se le presentaban, de su voluntad de “fierro”. Sin embargo, esta revalorización de sus atributos personales, de la cosa individual a toda prueba, encierra un concepto de lo humano por fuera de su condición, como si encarnara algo ajeno a su propia individualidad. Esta fuerza social que en él se hacía carne es la potencia de la revolución social, del superar esta forma de organización de la vida humana. Este concepto individualista, de la voluntad a pesar de las propias condiciones, es algo que el mismo Che denostaría. La propia acción —obviamente teórico-práctica— de Guevara deja poco espacio para una voluntad por fuera de lo que expresa. Él mismo insistía en la escasa importancia del lugar individual frente al movimiento colectivo. Esta idea, que la película muestra de lo “humano” como una cosa abstracta, en vez de humanizar, mitifica. Esta forma de hombre nuevo separa de manera tajante los conflictos y las necesidades políticas que lo impulsaban interiormente a hacer lo que hacía. Aunque parece unir lo personal y lo político, solo lo separa aún más. Al defender con este concepto de lo humano la figura del Che, se lo aparta de lo que era el eje de su acción, de su política.

El film de Tristán Bauer no tiene más que concluir afirmando el carácter romántico del personaje bajo la cita de una carta del propio Ernesto Guevara. Romantizar, embellecer a un personaje de tal envergadura que de por sí reúne ese carácter, solo encubre la discusión política de su contenido real. La película termina no siendo fiel a la misma actitud del Che, que ellos destacan, de cuestionar todo, de ir a fondo criticando hasta los postulados del mismísimo Lenin (según algunos de los documentos inéditos citados). La principal crítica que se le puede hacer a la película de Bauer es que al romantizar de tal modo al Che Guevara, al mitificarlo, se está yendo en contra del pensar propio, de la capacidad humana de pensamiento crítico, que el Che intentó desarrollar.

Lo que sí demuestra esta película es que, a cuarenta y tres años de su asesinato, la política de Ernesto Guevara tiene todavía mucho para decirnos. El mejor homenaje sería desarrollar un debate siguiendo los términos que él planteaba: una discusión profunda de su política y de su acción concreta, sin mitificarlo.


[1] El caso de la documentación en poder del Ejército de Bolivia es conocido. Esperemos que esta película sirva de presión internacional para que se dé a conocimiento público tan valiosa información. Respecto de la documentación en poder del Instituto Che Guevara, cabría preguntarse cuántos otros datos todavía no se han dado a conocer y cuál es el motivo de este retraso. Una figura pública como la de Ernesto Guevara, de tanta trascendencia, que como bien señala Bauer, “ha marcado la humanidad, y sobre todo a América Latina”, merece una actitud responsable de obligación pública de difundir todos sus escritos.

[2] Ver la lista de libros en Tomo 2 de Carlos Soria Galvarro en http://www.chebolivia.org/. El Che perdió este libro en una mochila en medio de los combates y, por eso, anota en su diario el 31 de Julio: “Se pierden 11 mochilas con medicamentos, prismáticos y algunos útiles conflictivos, como la grabadora en que se copian los mensajes de Manila, el libro de Debray anotado por mí y un libro de Trotsky, sin contar el caudal político que significa para el gobierno esa captura y la confianza que le da a los soldados”.

[3] Lamentablemente, muy pocos trabajos de investigación han abordado de manera profunda esta problemática. Destaco el trabajo de Humberto Vázquez Viaña que aborda en detalle la relación del Partido Comunista boliviano con la URSS y Cuba en torno a la guerrilla del Che en Bolivia. En Vázquez Viaña, Humberto, Una guerrilla para el Che, Historia de la guerrilla del Che en Bolivia, antecedentes, Ed. R. B., Santa Cruz de la Sierra, 2000. Hay nueva edición de Ed. El País, Santa Cruz de la Sierra, 2008.

[4] Corresponde a parte del resumen de enero de 1967 en el diario del Che en Bolivia.

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